El primer Vega, el nuevo lanzador europeo dedicado a poner en órbita satélites de peso reducido, debutó ayer con un vuelo impecable y liberó con precisión los nueve ingenios científicos que llevaba a bordo. «Ya no hay ningún satélite europeo que no pueda ser puesto en órbita por un servicio de lanzamiento europeo», celebró entre aplausos el director de la ESA, Jean-Jacques Dordain. Para las cargas pesadas, de hasta 9 toneladas, la ESA ya dispone del Ariane 5, mientras que para cargas medias, de entre 3 y 4 toneladas, está la Soyuz, gracias a un acuerdo con Rusia.

El Vega despegó a las 11 de la mañana desde Kurú (Guayana francesa). El objetivo de la ESA es lanzar dos Vega anuales a partir del año que viene, fundamentalmente cargados con satélites institucionales del ámbito científico, aunque no se descarta la entrada de empresas privadas. En la operación de ayer, que servía ante todo para verificar la viabilidad del vehículo y de la infraestructura de lanzamiento, el Vega colocó dos pequeños satélites italianos, Lares y Almasat, y siete microsatélites desarrollados por universidad europeas, entre ellas la de Vigo (Xatcobeo).

ESPAÑA / En Vega participan ocho países de la ESA, aunque el peso esencial corresponde a Italia (58%). España aporta un 4,6%, con siete empresas implicadas (Crisa, Eads Casa Espacio, GMV, GTD, Indra, Rymsa y Sener) en ámbitos tan variados como la electrónica, la estructura de la tercera etapa de vuelo o la navegación. La empresa barcelonesa GTD, que cuenta con 25 personas en Kurú, desempeña un papel clave en el software.

«Hemos creado el sistema que controla desde el propio lanzador todas las maniobras, desde el despegue hasta el final de la misión, así como el sistema de verificación en tierra», explica Ricardo Bennassar, responsable comercial de la dirección espacial. GTD también ha diseñado los sistemas de localización, trayectografía y telemedida que se utilizan para la seguridad de personas y de bienes durante el lanzamiento. «Si surge algún problema peligroso, el propio Vega genera la orden de teledestrucción», añade Bennassar.