Benedicto XVI dedicó la jornada de ayer, la segunda del viaje de cuatro días a su Alemania natal, a tender puentes con musulmanes y protestantes apelando a un objetivo común: la defensa de "un justo reconocimiento de la dimensión pública de la pertenencia religiosa". Así se expresó el Pontífice durante su encuentro en Berlín con representantes de la comunidad islámica alemana, al que siguió otro en Erfurt (este) con miembros del Consejo de la Iglesia Evangélica en el que llamó a no ceder ante "la presión de la secularización". El Papa reconoció que los musulmanes son ya "una componente" de Alemania, donde profesan esta fe entre 3,8 y 4,3 millones de personas. Y afirmó que su dimensión religiosa puede ser "una provocación" en una sociedad que "tiende a marginar este aspecto o a admitirlo, como mucho, en la esfera de las opciones individuales". Ante ello, recordó que para la Iglesia el reconocimiento de la dimensión pública de la religión es "una exigencia de no poco relieve en una sociedad pluralista". Con todo, el Papa otorgó a la Constitución alemana la condición de "base de la convivencia" en el país, en una velada advertencia contra los extremismos religiosos.