El juzgado de instrucción número 6 de Fuenlabrada ha acordado que una niña de cinco años sea entregada a su padre, denunciado por supuestos abusos sexuales a la pequeña y que ha sido citado como investigado en septiembre. «Entregué a mi hija ayer a las ocho de la tarde en el anterior domicilio familiar porque hasta ahora sigo respetando las decisiones judiciales», afirmó la madre en conversación con este diario. Su objetivo es visibilizar la problemática de la desprotección infantil. «Según organizaciones como Save the Children un 20% de los niños viven con un presunto maltratador por decisión judicial», aseguró.

El auto de la magistrada María Dolores Nortes, fechado el pasado 26 de julio, acuerda no aplicar ninguna medida cautelar como pedía la madre de la menor, que había presentado una denuncia por abusos hacia la niña 10 días antes. «La primera denuncia que interpuse a mi expareja fue sobreseída provisionalmente por falta de pruebas, pero ahora he aportado unos informes realizados por psicólogos especialistas en abusos a menores y no ha servido de nada», explicó la madre, que no alcanza a entender el fallo de la jueza. También ha entregado un vídeo en el que la niña explica los abusos sexuales sufridos. «Los documentos aportados -continuó- son explícitos y espeluznantes». La madre inició un proceso de divorcio en septiembre del 2015 tras sufrir, según ella, violencia psicológica por parte de su entonces pareja y detectar que su hija, una niña de origen etíope adoptada por ambos dos años antes, tenía unos comportamientos extraños. Esto le hizo sospechar que podría estar sufriendo abusos sexuales por parte del padre.

Con la formalización del divorcio en marzo del 2017 no acabó el calvario relatado por la madre, pues un informe encargado por el juez a los servicios psicosociales determinó que la niña estaba sufriendo el llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP) por parte de la madre y consideró conveniente otorgar la custodia al padre, que desde la separación solo tenía la posibilidad de visitar a la menor en un punto de encuentro especializado. La situación de la menor, según la versión de la madre, empeoró.

«Ese síndrome suele presentar al padre como una víctima y a la madre como una arpía. Nada más lejos de la realidad. Ojalá mi hija tuviera un padre maravilloso, pero no es el caso», cuenta la madre, quien se presenta como una víctima de la denominada violencia vicaria, la instrumentalización de los hijos para provocar sufrimiento y dolor a la pareja. «Como no pueden acceder a ti, intentan hacerte daño a través de una sentencia judicial», añade una mujer que tiene «comunicación cero» con su expareja, con el que solo habla a través de su abogada.

BUSCAR RESPUESTAS

Durante un año y medio, desde que empezó el proceso de divorcio, la madre ha leído muchos artículos y manuales sobre derecho y también psicología. Y no precisamente por gusto. Buscaba respuestas para entender algunas decisiones judiciales y, por encima de todo, proteger a su hija de la mejor manera posible. «Muchas madres nos encontramos en una paradoja conocida como Catch 22 -por la novela satírica de Joseph Heller, publicada en 1961-, imposible de resolver. Hagamos lo que hagamos, mal», cuenta. A saber: tiene que acatar la resolución judicial pero siente que no está haciendo lo correcto. Así se siente ahora la madre de la niña, atrapada sin salida aunque no pierde la esperanza: «Aquí quizá faltan especialistas para tratar estos casos, pero sigo confiando en la justicia. Tenemos muy buenos jueces». La abogada materna ha solicitado ayuda al Consejo General del Poder Judicial y también estudia ponerse en contacto con las autoridades etíopes para que protejan a la menor, pues aunque tiene la ciudadanía española nació en ese país.