A la vista de todo el público de la última edición de la Feria de la Seguridad SICUR, dentro de un flamante furgón policial, la Ertzaintza ha estado luciendo un moderno desfibrilador cardíaco (DEA) como el que no tuvieron al alcance los compañeros del ertzaina Inocencio Alonso para intentar salvarle la vida. El agente falleció de un fallo cardiaco la noche del pasado día 22, durante la batalla campal entre ultras del Athletic Club de Bilbao y del Spartak de Moscú, sin que ninguno de los furgones desplegados por la policía vasca en torno al estadio de San Mamés llevara equipo de reanimación cardiopulmonar. Al día siguiente de su muerte, se clausuró la feria y el furgón volvió a Euskadi.

Se trata de una Mercedes equipada con las últimas tecnologías en materia de intervención policial. El Gobierno Vasco la pasea por los congresos de especialistas en seguridad. El pasado 22 de noviembre estuvo en MILIPOL París, principal cita internacional del sector. El vehículo sirve a las nuevas Patrullas de Reacción Inmediata (PRI), bautizadas en euskera como Bizkor (rápido, ágil). El Departamento de Seguridad (antigua consejería de Interior) del Gobierno Vasco las presentó el pasado otoño como su opción para hacer frente a la amenaza yihadista. La Ertzaintza exhibe el equipo de reanimación en dos vídeos promocionales que editó en otoño para presentar la nueva unidad. Pero solo hay cuatro furgones de este tipo en toda Euskadi (en Bilbao, Vitoria, San Sebastián y el centro operativo de la Ertzaintza en Iurreta) y, por tanto, solo cuatro desfibriladores disponibles.

Inocencio Alonso, el ertzaina fallecido.

Los Mossos, los primeros

"Si hay cuatro en todo el País Vasco, ya es un cuatrocientos por ciento más que de las que disponemos nosotros, que no tenemos ningún equipo de ese tipo", se lamenta un veterano de los antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía con experiencia en control de multitudes en los estadios. Fuentes del Grupo de Reserva de Seguridad, los antidisturbios de la Guardia Civil, niegan también disponer de ese equipamiento. "Cuando se ha necesitado, se ha tenido que llamar a una ambulancia y esperar su llegada", explican.

Solo los Mossos d’Esquadra disponen de desfibriladores… pero no todos. En julio de 2015, la Diputación de Girona cedió 74 aparatos a la policía catalana desplegada en las comarcas gerundenses, siendo conseller de Interior Ramón Espadaler. En el resto de provincias de Catalunya los agentes carecen de esa equipación. "A los partidos del Barça, por importantes que sean, vamos sin DEA en los furgones", afirma un veterano de la Brigada Mòbil de los Mossos.

La policía de la Generalitat tendrá en breve la necesidad de que al menos cada comisaría disponga de un desfibrilador en cuanto comience el despliegue de sus nuevas pistolas eléctricas Táser. Pero tanto el arma como el aparato de reanimación cardiaca estarán solo al alcance de cada jefe de servicio.

Una máquina como la que luce la Ertzaintza en las ferias de seguridad cuesta 890 euros en el mercado. La carencia de desfibriladores es un asunto especialmente sensible no solo entre los ertzainas; también entre los policías catalanes: en la jornada del 1-O, un hombre de 70 años sufrió un infarto no letal en Lleida cuando antidisturbios de la Policía Nacional intentaban entrar en su colegio electoral para retirar las urnas. El anciano es el padre de dos mossos d’Esquadra.