as intensas y persistentes precipitaciones caídas los últimos meses -solo en marzo llovió un 347 % más que la media- han confluido en un inicio de la campaña de incendios forestales con un 77 % menos de superficie quemada respecto a 2017.

Según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), entre el 1 de enero y el 30 de abril se han quemado en España 6.504,70 hectáreas de superficie forestal, cifra muy por debajo de 2017 con 28.409,25 hectáreas y de la media de los últimos 10 años con 25.162,77 hectáreas calcinadas.

Estos datos provisionales del ministerio señalan que durante la última década, y por superficie arrasada, 2018 solo estaría por detrás de 2016, cuando en las mismas fechas se quemaron 1.958,19 hectáreas.

Respecto al número de siniestros registrados hasta abril, los números resultantes siguen la misma línea descendente con 1.928 incendios, un 63,39 % menos que el año pasado, y casi un 60 % menos desde 2008.

Como dato relevante cabe señalar que hasta el 30 de abril no se ha producido en todo el territorio ningún GIF (grandes incendios que superan las 500 hectáreas) mientras que el año pasado, en los mismos meses, solo hubo uno y la media de la última década arroja dos.

El 46,27 % de los siniestros se han producido en el noroeste de la península, una zona que abarca las comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco y las provincias castellanas de León y Zamora, mientras que en las comunidades interiores y el resto de comunidades no costeras se han originado el 36,62 % de los siniestros.

Esta situación favorable coincide hoy con el inicio de la campaña de incendios forestales en numerosas comunidades y que se prolongará hasta el próximo 30 de septiembre.

El secretario del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales, Raúl de la Calle, ha avanzado a Efe que si otros años, al comienzo de junio la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya había emitido avisos de riesgo de incendios, estos días, gracias a la humedad y a las temperaturas todavía suaves, ese riesgo está siendo menor.

Para De la Calle, las lluvias de las últimas semanas, con especial incidencia desde el mes de marzo, han sido el "único factor" que ha influido en esta rebaja de la superficie quemada y del número de siniestros.

Hasta la fecha, la primavera está ayudando a aliviar el estrés hídrico de la vegetación y, por tanto, a reducir la disponibilidad de combustible seco, que es lo que facilita la propagación de un incendio, ha explicado el experto.

Otro factor a destacar en el buen comienzo de esta campaña es el descenso, entre febrero y marzo, de los siniestros que se producen desde hace siglos en el arco noroeste peninsular para regenerar los pastos, abrir nuevos pastizales o eliminar los residuos agrarios.

En esa zona del país, donde se generan más de la mitad de los fuegos en España, ha llovido tanto los últimos meses que el colectivo de ganaderos apenas ha podido quemar pasto, lo que ha revertido en un acusado descenso de los siniestros.

En este punto, De la Calle se ha cuestionado si en este inicio de campaña, las lluvias serán buenas o malas de cara a la temporada del verano.

A su juicio, la masa forestal alberga un contenido de humedad muy importante, pero también es cierto que cuando se inicie un periodo continuo de altas temperaturas, esa vegetación, que ha crecido de forma tan potente en primavera, pasará a ser la principal fuente de propagación de un incendio forestal.

Hay que estar expectantes -ha señalado el experto- porque si con la llegada del intenso calor, entre la segunda quincena de junio y todo julio, no cae ninguna gota, el resultado puede derivar hacia un agosto "terrorífico" con tanta vegetación y pastos secos diseminados por los bosques.