Es otoño, la época de la floración de la marihuana ha llegado y las plantas están en todo su esplendor. Algo que tendría un interés puramente botánico si no fuera porque el cultivo de marihuana se ha disparado en España, cuyas plantaciones empiezan a abastecer los mercados holandés, francés e italiano. El fenómeno ya no tiene que ver con la persona que cultiva dos o tres plantas o con la asociación cannábica que intenta garantizarse su mercancía. El nuevo escenario lo conforman individuos que hacen plantaciones en medio del bosque o de maizales para vender la producción, así como grupos organizados --españoles, marroquís, holandeses, italianos, incluso chinos-- que invierten decenas de miles de euros en cultivos de interior donde mediante técnicas hidropónicas y semillas modificadas genéticamente para generar más cogollos (que es la parte que se fuma) obtienen hasta cinco cosechas al año. "España era la huerta de Europa para las hortalizas. Ahora lo es para la marihuana", describe el miembro de una asociación cannábica.

CAMBIO DE PARADIGMA Las cifras de incautaciones policiales confirman el crecimiento. Valga como muestra el periodo comprendido entre el 20 de agosto y el 20 de septiembre, durante el cual se intervinieron en España al menos 90 plantaciones con decenas de miles de plantas. Cada día se localizan entre dos y tres. Lo nunca visto. La última fue anunciada ayer mismo: un matrimonio de Torrent, Valencia, había instalado en su casa un novedoso sistema para preservar las plantaciones. En el registro del inmueble se han intervenido 292 plantas, así como 20 alternadores, lámparas ultravioletas, filtros, extractores y sistemas de riego.

Este incremento hace que, por primera vez España pase de ser zonas receptoras de droga a focos de producción. El fenómeno está en parte relacionado con el progresivo endurecimiento desde el 2006 de la persecución del cultivo de cannabis en Holanda, donde por el contrario la venta es legal en los coffeeshops. Muchos holandeses metidos en ese lucrativo negocio han elegido España como tierra de promisión.

El norte de España, por la abundancia de montaña y bosque donde ocultar los cultivos y por su cercanía a la frontera francesa, es uno de los emplazamientos favoritos para las organizaciones. A eso se suma la levedad de las penas de cárcel que se imponen por el cultivo de marihuana, mucho menos castigado en España que el tráfico de cocaína o heroína. "Hay gente de Francia e Italia que viene aquí a comprar. Contactan con cultivadores locales y, cada dos o tres meses, se dejan caer y les compran toda la cosecha, que luego revenden en sus países, donde tiene muy buen precio", comenta una fuente de estupefacientes de la Policía Nacional.

EN NAVES INDUSTRIALES Si en España el kilo de cogollo de marihuana se paga entre los 1.000 y los 1.400 euros (cada planta puede dar hasta 250 gramos de cogollo), en Francia puede costar más de 2.000 y en países como Finlandia casi 4.000. De hecho se han desmantelado redes que compraban la droga aquí y cruzaban la UE para trasladarla a ese país. Además, hay otra ventaja. "El cultivo en España tiene la ventaja de que esa droga ya está en Europa. No hay que cruzar ninguna frontera para meterla en territorio europeo, que es el problema de cualquier narcotráfico", comenta un capitán de la Guardia Civil.

Esas organizaciones ponen aquí en marcha plantaciones en el interior de naves industriales o en almacenes en zonas rurales. "Hacen cultivos hidropónicos que les proporcionan hasta cinco cultivos al año", dice la Policía Nacional.

Los propietarios de las plantas hacen costosas inversiones --los detenidos pueden llegar a invertir entre 60.000 y 100.000 euros en cada plantación-- pues se requieren unas instalaciones con aparatos de aire acondicionado, lámparas halógenas, transformadores, extractores, ventiladores industriales, filtros de partículas, deshumidificadores, motobombas de riego... "Nos hemos encontrado verdaderas industrias de la marihuana", comenta el capitán de la Guardia Civil.

En España, según las fuentes consultadas, el grueso de la actividad económica se la llevan las conocidas como growshops, tiendas de venta de semillas y de productos para el autocultivo, aunque están aumentando los bancos de semillas.