El dolor y la angustia por la tragedia de la torre de Grenfell ha dado paso al estallido de la ira y la frustración, por la falta de respuesta de las autoridades. Theresa May, que ayer por la mañana había acudido a uno de los hospitales donde se hallan los heridos, fue abucheada por la tarde, cuando abandonaba la iglesia de San Clemente, en Notting Hill, donde presta ayuda un grupo de voluntarios. May abandonó el templo para meterse a la carrera en el coche oficial entre gritos de «asesina», «sinvergüenza» y «cobarde».

No fue el único incidente de la jornada. Varios centenares de personas, en su mayor parte jóvenes, se congregaron a las puertas de la sede del distrito municipal de Kensington y Chelsea, propietario del edificio siniestrado.

Medio centenar de ellos lograron penetrar en la sede, donde en ese momento había una reunión de las ediles locales. Entre forcejeos, la policía consiguió impedirles el paso a la sala. «¡Queremos justicia y la queremos ahora!» y «¿Dónde están nuestros niños?» fueron algunos de los gritos de los manifestantes, que llevaban pancartas y carteles con fotografías de los desaparecidos en el incendio. El último balance provisional es de 30 fallecidos y un número indeterminado de desaparecidos. La policía insiste en que pueden pasar semanas hasta que los datos de todos los que han muerto se conozcan.