"Haciendo la maleta para regresar a Colombia. Todas las fuerzas puestas en la paz". El que fue jefe de las FARC, Rodrigo 'Timochenko' Londoño, se dejó fotografiar en La Habana de cara a la reunión que, en la práctica, pasará a ser el acto de nacimiento de la fuerza que heredará su legado.

La reunión partidaria finalizará el 1 de setiembre con una fiesta que, ya se sabe, no disipará ciertas dudas. Todo indica que la exinsurgencia, que dejó de ser un grupo armado el 15 de agosto, mantendrá sus siglas y pasará a llamarse Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia. La elección de ese nombre ya ha provocado controversia, entre otras cosas por tratarse de un recordatorio permanente del drama del conflicto para las víctimas de la guerrilla.

No faltan analistas que se preguntan por la falta de tino o sensibilidad de sus dirigentes. Otros hablan del primer yerro político tras haber abandonado las armas: ¿qué partido estaría dispuesto a aliarse con otro llamado FARC? Como señaló al respecto Carlos Tognato, profesor de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, la decisión de preservar la sigla le hará "más difícil distanciarse de los fantasmas del pasado" y lograr un nivel "mínimo de legitimidad social" entre un segmento amplio de la ciudadanía.

EL PROGRAMA

De momento, los días que quedan de agosto permitirán a la exguerrilla completar el programa que presentará a la sociedad y al mundo. "Hemos dejado las armas para participar en política", reiteró uno de los excomandantes, Iván Márquez. Londoño, quien a principios de julio padeció una isquemia cerebral de la cual se encuentra completamente recuperado, definió la transformación de las FARC como la de un "ejército del pueblo" que quiere ser en adelante "la esperanza del pueblo".

En virtud de los acuerdos firmados con el Gobierno, los seguidores de 'Timochenko' tienen 10 escaños garantizados en ambas cámaras del Congreso. Los desafíos que tendrá en adelante el flamante partido no solo son de organización y financiación, sino también simbólicos. No todo se trata de la representación parlamentaria sino de ganar un prestigio esquivo en las grandes ciudades. La inserción de la ex guerrilla en la vida civil viene en ese sentido con ambiciones que exceden lo electoral: las FARC quieren contar con su propio equipo de fútbol profesional.

Como parte de ese horizonte político-deportivo, han pedido una "manita" al argentino Diego Maradona, de abierta simpatía por Fidel Castro y el chavismo. Además esperan también una ayuda de Carlos 'el Pibe' Valderrama, una figura histórica de la selección cafetera. Según la revista 'Semana', el equipo se llamaría La Paz Fútbol Club".