El pasado mes de enero, más de un centenar de personas llenaron un teatro en Irving, un suburbio de la metrópolis tejana de Dallas-Fort Worth, la región donde el fracking empezó a utilizarse por primera vez allá por el 2002 para extraer gas y petróleo de la roca de pizarra. Todos ellos acudieron para expresar a las autoridades su preocupación por los terremotos que proliferan en los últimos años, una novedad en una zona nada acostumbrada a los temblores de la tierra. "Es tan frecuente y nuevo que no sabemos qué hacer", decía Alice Atwell. "No te sientes segura en casa. Nadie es capaz de explicárselo".

La inquietud de los vecinos de Irving se comparte en muchas otras localidades de varios estados. Según un estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el número de terremotos en el centro y el este del país "ha aumentado bruscamente" desde el 2009 y lo ha hecho principalmente en zonas "situadas cerca de pozos profundos de inyección de fluidos y otras actividades industriales capaces de inducir terremotos". Durante las tres décadas previas al 2008, hubo en estas regiones una media anual de 21 seísmos de una magnitud superior a 3 grados en la escala de Richter. Entre el 2009 y el 2013 hubo 99. Y el año pasado se registraron nada menos que 659, según la misma fuente.

"Estos terremotos se están produciendo a un ritmo nunca antes visto y suponen un riesgo mucho mayor para la gente que vive en las inmediaciones", asegura en el informe el científico Mark Petersen. La fracturación hidráulica o fracking no es exactamente el problema, según reconoce el USGS, para el que solo es "ocasionalmente el motivo directo" de los seísmos. Pero sí parece serlo el proceso posterior de almacenar en el subsuelo las aguas residuales que se han utilizado para fracturar la roca y liberar las burbujas de gas y petróleo. Al inyectarlas en la tierra a presión, estas aguas "pueden lubricar las fallas", provocar que resbalen e inducir seísmos.

Solo en Tejas, donde viven los vecinos de Irving, hay 50.000 de estos pozos residuales. Y aunque los seísmos inducidos han sido allí hasta ahora de una escala modesta, en Oklahoma llegó a registrarse uno en el 2011 de 5,6 grados, que destruyó 14 casas.