La controversia que desde hace años acompaña al panga, un pez de agua dulce originario del sudeste asiático, ha abierto un nuevo capítulo con el anuncio de que la cadena de distribución Carrefour dejará de venderlos en sus supermercados en España, en línea con la decisión adoptada por el grupo francés en otros países europeos.

El panga se ha popularizado mucho en los últimos años debido a su precio asequible y a la ausencia de espinas en los filetes, la manera más habitual de comercialización. España es el primer importador y consumidor europeo. Pese a su aspecto en el mercado, se trata de un animal que puede llegar a pesar 45 kilos y medir más de un metro.

Sin embargo, el panga también se encuentra inmerso en una larga polémica o mala fama por el deterioro ambiental que ocasiona su cultivo intensivo, según denuncian diversas asociaciones ecologistas, y por el supuesto riesgo para la salud que acarrea su consumo, aunque todos los análisis realizados por las autoridades sanitarias europeas lo han descartado. En España no hay ni ha habido ninguna alerta sanitaria sobre el consumo de este pescado.

El motivo ambiental es el único que esgrime Carrefour. «Dadas las dudas que existen sobre el adverso impacto en el medio, hemos decidido dejar de vender este pescado y ya se han suspendido los pedidos», indicaba a principios de esta semana un comunicado de la división belga de Carrefour. Más adelante, la cadena explicaba que la calidad del panga puesto a la venta era «impecable», pero había dudas sobre los mecanismos de control de las granjas donde se cultiva.

EN GRANJAS DEL MEKONG / Greenpeace, que inició en el año 2012 una campaña en contra de la acuicultura de panga, considera que el sistema actual supone una sobrecontaminación en ríos ya de por sí muy contaminados, como el Mekong. Celia Ojeda, responsable de Océanos y Pesca en la asociación, lamenta que algunas «jaulas» se hayan instalado en zonas de manglares muy sensibles y en antiguos arrozales. «Se priva al población de un productos de primera necesidad para impulsar la exportación». «No es algo limitado al panga -insiste Ojeda-, sino a la acuicultura fluvial con peces carnívoros».

Según explica, este sistema «nunca va a acabar con el hambre en el mundo porque para la producción de un kilo necesitas cuatro de pienso elaborado con otros peces menos apreciados. Es muy poco eficiente».

Por si fuera poco, la concentración de miles de grandes peces en redes, dice Ojeda, ocasiona un problema de acumulación de heces en los alrededores. Además, prosigue, son habituales los suplementos con antibióticos y polifosfatos. Aunque algunos estudios también han detectado bacterias en el panga, la Comisión de Pesca de la Unión Europea insiste en que las importaciones de este producto cumplen los requisitos exigibles.

Al margen de Carrefour, otros grandes supermercados y cadenas de congelados no han dejado ni tienen intención de dejar de vender panga, apuntan fuentes del sector de la distribución, que se extrañan de que se ponga en duda las garantías del origen en lugar de presionar para cambiar la legislación existente y que sea más estricta.

El gerente de la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos (Apromar), Javier Ojeda, se felicitó ayer por el veto de Carrefour al panga porque, dijo, «demuestra la responsabilidad social de la empresa respecto a sus productos».

«Cuando llega un producto de sitios muy lejanos a muy bajo precio, la gente debería cuestionarse si se está pagando adecuadamente a los trabajadores o está descuidando el medio ambiente o el bienestar animal», dijo.

A los productores de pescado españoles, que trabajan sobre todo con producto fresco como el mejillón, la dorada, la lubina o el rodaballo, la competencia del panga afectaba sobre todo a los filetes de trucha congelada limpia, que se destina sobre todo al mercado ruso, según Ojeda.

Las importaciones españolas de panga procedente de Vietnam, que es el primer proveedor mundial, alcanzaron las 23.179 toneladas en el 2015 y un valor de 47,6 millones de euros.