La mayoría de los grandes carnívoros terrestres han sufrido en los últimas décadas una acelerada reducción de sus territorios históricos, los ambientes de donde son originarios, pero hay seis especies -el lobo etíope, el lobo rojo, el tigre, el león, el licaón (perro salvaje africano) y el guepardo- en que la disminución ha sido dramática, superior al 90%, y ahora su supervivencia pende de un hilo.

Así lo ha cuantificado un estudio que ha analizado los hábitats actuales de las 25 especies de grandes carnívoros (más de 20 kilos, lo que excluye al lince ibérico) que están incluidas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). No se han incluido nutrias y similares por considerarlas especies de ámbitos acuáticos.

El análisis, coordinado por Christopher Wolf y William Ripple, de la Universidad Estatal de Oregón (EEUU), se ha publicado en la revista electrónica 'Royal Society Open Science'. El estudio aporta mapas con la distribución actual y el rango histórico (500 años) de las 25 especies.

Las causas principales del retroceso de los territorio han sido la destrucción de hábitats para agricultura y para la construcción de asentamientos humanos. Aunque los mayores retrocesos en tiempos recientes se han producido en Asia sudoriental y África, el estudio destaca que buena parte de Europa ha perdido el 100% de sus grandes carnívoros en "tiempos históricos".

El trabajo confirma que el pérdida de hábitats es un fenómeno global, comenta Wolf: "De los 25 grandes carnívoros que hemos estudiado, el 60% (15 especies) ha perdido más de la mitad de sus rangos históricos habituales". En su opinión, "la re-introducción de los grandes carnívoros en las áreas donde se perdieron es vital tanto para conservar esas especies como para promover los importantes efectos ecológicos que trae consigo".

LA CLAVE ES LA TOLERANCIA

"Todo dependerá de la tolerancia humana hacia los grandes carnívoros, un factor clave para el éxito de la re-introducción", considera. Los investigadores indican que los programas de recuperación de la vida salvaje serán más exitosos en regiones con baja densidad de población humana, poco ganado y agricultura limitada. Además, las regiones con grandes redes de áreas protegidas y actitudes humanas favorables hacia los carnívoros son más adecuadas para esos esquemas.

Las especies en peor situación son el lobo rojo ('Canis rufus'), endémica del este Estados Unidos, considerada en peligro crítico, y el lobo etiope o abisinio ('Canis simensis'), restringido a mesetas elevadas de Etiopía, que han perdido el 99% de su territorio histórico. A continuación se sitúan el tigre, con un 95% de retroceso, y el león, con un 94%.

LOS QUE MEJOR RESISTEN

En cambio, los que conservan un mayor porcentaje de sus hábitats son el lince euroasiático (12% de pérdida), el dingo australiano (12%), la hiena moteada (15%), la hiena rayada (24%), el lobo gris (26%) y la hiena parda (27%).

"El aumento de la tolerancia humana hacia los grandes carnívoros puede ser la mejor manera de salvar a estas especies de la extinción", dice Ripple. Cuando la política es favorable, los carnívoros pueden regresar naturalmente a partes de sus rangos históricos. Esto ha comenzado a suceder en partes de Europa con los osos pardos, el lince euroasiático y el lobo.