La Guardia Civil ha abierto una investigación para tratar de esclarecer las circunstancias de la muerte de una pareja, cuyos cuerpos se hallaron en el interior de un vehículo y presentan signos de violencia, en un polígono industrial de Totana (Murcia).

Fue una patrulla del Servicio de Prevención de Seguridad Ciudadana quien encontró los cuerpos de esta pareja al levantar sospechas el vehículo, que se encontraba estacionado en un camino de una zona rural en el extrarradio del municipio.

La mujer fue hallada con un disparo en la cabeza, mientras que el hombre también presentaba heridas de arma de fuego. La mujer había acudido el 13 de julio a la Guardia Civil para que mediara con su exnovio y éste dejara de llamarla tanto, aunque no quiso denunciarle ni por acoso ni violencia física o psíquica.

Se trata, según las mismas fuentes, de una mujer, C.M.G., de 48 años, y de un hombre, P.P.O., de 49 años, que, al parecer, habían mantenido una relación sentimental pero la habían dejado hacía tiempo.

Ambos presentaban una herida de disparo, ella en la cabeza, de una pistola corta de 9 milímetros que la Guardia Civil está analizando, a la vez que investiga, como una de las hipótesis, si se trata de un caso de violencia machista y el hombre disparó primero a la mujer y después se suicidó.

Las fuentes indicaron que la mujer acudió el pasado día 13 de julio a la Guardia Civil del cercano municipio de Lorca, donde pidió la mediación de los agentes para que su exnovio dejara de llamarla por teléfono.

En esas llamadas, el hombre insistía en volver con ella, pero la mujer dejó claro ante los agentes que su intención no era denunciarle, ni siquiera por acoso.

La hipótesis de los investigadores de la Guardia Civil tras el hallazdo de los cadáveres es que se trata de un caso de violencia machista y el hombre disparó primero a la mujer y después se suicidó.

De confirmarse finalmente que sea un caso de violencia de género, se convertiría en la segunda víctima mortal en Murcia en lo que llevamos de año. La primera fue en Molina de Segura en mayo, cuando una empleada de una organización social, de 31 años, murió a manos de un compañero de trabajo.