Un estudio internacional liderado por el Hospital del Mar de Barcelona ha descubierto que inhibiendo una proteína, la Galectina-1 (Gal-1), en ratones con cáncer de páncreas los animales viven más tiempo, los tumores progresan más lentamente, son menos agresivos y hacen menos metástasis.

La investigación, que publica la revista PNAS, ha constatado que inhibir esta proteína puede convertirse en el primer tratamiento efectivo para frenar la progresión del tipo más común de cáncer de páncreas, el adenocarcinoma ductal pancreático (conocido como PDA), para el que, en estos momentos, no hay ningún tipo de tratamiento curativo.

El estudio lo ha liderado la doctora Pilar Navarro, investigadora del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, y por Gabriel Rabinovich, del Instituto de Biología y Medicina Experimental de Buenos Aires (Argentina).

Navarro destacó que el trabajo «abre vías traslacionales muy interesantes e indica que hay que avanzar en el posible uso clínico de esta nueva diana molecular».

La coordinadora del estudio resaltó que han hecho la investigación con un modelo transgénico de ratón desarrollado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) «que presenta la mutación más frecuente que se encuentra en los tumores de páncreas, lo que nos ha permitido recapitular de forma precisa la progresión tumoral que se observa en humanos».

Carlos Orozco y Neus Martínez-Bosch, miembros del grupo liderado por Navarro y primeros firmantes del estudio, detallaron que los tumores ductales de páncreas se desarrollan en un micro ambiente tumoral particular, una de las claves para entender su desarrollo y su resistencia a las quimioterapias convencionales y a la inmunoterapia.

Dentro de este entorno, favorable a las células tumorales y que las aísla del sistema inmunitario y de los tratamientos, hay unas células llamadas fibroblastos, que son las responsables de la producción de grandes cantidades de Galectina-1, que es una proteína vital en todo el proceso de crecimiento del tumor y en hacerlo más agresivo.

Según los investigadores también es una pieza clave en la creación del entorno favorable para que crezca el tumor y, a la vez, mantiene el sistema inmunitario deprimido.