Idrissa Diallo, de 21 años, un interno del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca de Barcelona que falleció la noche de Reyes del 2012, está enterrado en un nicho anónimo en el cementerio de Montjüic de Barcelona, según ha informado la web 'La Directa'. El cadáver de este ciudadano guineano ha estado cinco años en paradero desconocido. La familia no solo no sabía dónde estaba enterrado, sino que oficialmente no tenía constancia de su fallecimiento debido a un paro cardiaco. La noticia de la muerte se la comunicó a un hermano del interno una abogada de Barcelona que pudo conseguir el teléfono.

La localización de los restos mortales de Idrissa ha sido posible gracias a unos documentos que la responsable de los Servicios Jurídicos de Cementerios de Barcelona ha remitido al juzgado de instrucción.

ACCIONES LEGALES

Xapo Ortega, uno de los autores del documental sobre la muerte de Diallo, ha asegurado que todavía no han comunicado la noticia del hallazgo a los familiares y que desconocen si podrán repatriar el cadáver, ya que ha transcurrido mucho tiempo "y creo que estamos fuera de plazo", ha indicado. Yasi, la madre, explicaba en el documental de la productora Metromuster: "Deseo tener a mi hijo al lado y poder despedirme de él". Ortega ha indicado que tras la localización de cadáver, no descartan iniciar acciones legales .

Aunque Diallo, natural de Guinea-Conakry, falleció por causas naturales, diferentes entidades como la plataforma Tanquem els CIE, Sos Racismo, Iridia y el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes creen que no puede descartarse que un retraso en la atención médica al interno desencadenara su muerte teniendo en cuenta que, según su versión, la ambulancia llegó al CIE de la Zona Franca dos horas después de que el inmigrante hubiera fallecido. Estas entidades han convocado este viernes una concentración en la plaza de Sant Felip Neri de Barcelona, al cumplirse el quinto aniversario de la muerte de Diallo.

Las entidades proderechos humanos aseguran que el cuerpo de Idrissa abandonó el CIE un día después de su muerte y llegó al depósito de cadáveres del Instituto de Medicina Legal de Barcelona. Allí permaneció siete meses y después se le perdió el rastro.