Juan Antonio Palmero, empresario español de 37 años, quiso darle una sorpresa a su compañera, de nacionalidad ecuatoriana, con un viaje sorpresa a las islas Galápagos, consideradas una provincia de su Ecuador natal. El efecto de los 13 días de ensueño, el pasado abril, se les pasó de golpe. La mujer, embarazada entonces de casi seis meses, no pudo salir del país porque caducó su permiso de residencia en España estando allí. Y ahora es él el que debe viajar a Quito para el parto, programado para el próximo martes, porque no hay forma de que la mujer sea autorizada a volver a Barcelona.

Palmero admite el despiste que cometieron al no recordar que caducaba el permiso de residencia de su compañera. Pero, tras asumir este error inicial, no se explica por qué el consulado español en Quito, con Antonio González-Závala al frente, no ha hecho caso durante más de tres meses a poderosas razones para dejarla volver.

RAZONES La primera es que Linner Ivonne Mora, de 33 años, ya estaba tramitando su nuevo permiso cuando salió de España de vacaciones. La segunda es que es madre de una niña de 10 meses española y que se encuentra a punto de dar a luz a otra. La tercera es que tiene trabajo fijo en España desde hace años. La cuarta es que, aunque no esté casada, comparte su vida sentimental con un español, padre de la hija que tienen en común y de la que está por llegar, con el que residía en Vallirana (Barcelona).

"Estoy desesperado", dice este empresario del transporte, convencido de que los funcionarios del consulado español en Quito, que siempre tenían un "no" por respuesta cuando pedía una entrevista con el cónsul, no han valorado la situación.

A punto de partir a Ecuador para estar al lado de su mujer durante el parto, que será por cesárea el martes, el padre se muestra preocupado por la nacionalización de su segunda hija. "Quiero que mi segunda hija también tenga la nacionalidad española y, naciendo en Ecuador, los trámites son muchísimo más complejos", explicó Palmero. "Ahora ya es tarde, nacerá allí", añade, resignado. En un segundo plano de sus preocupaciones --la principal es volver a reunir a toda la familia--, figura el deterioro económico que le está provocando esta situación.

PÉRDIDA DE TRABAJO Tras llegar a España en el 2000 con visado de turista, Linner Ivonne Mora empezó a trabajar en el sector de la restauración sin ningún tipo de regularización. Fue en el bar donde trabajaba donde conoció a Juan Ernesto Palmero, un cliente del establecimiento. Luego, la mujer pasó a trabajar de administrativa en una empresa donde tiene contrato fijo. Una gran preocupación para la pareja es que, tras una ausencia de más de tres meses, la mujer pierda su trabajo.