Reconfortaba, dentro de la tragedia, ver cómo el joven la hacía sonreír. Cuatro horas antes, esa mujer sentada en un banco de la calle, tapada con una manta, había perdido a su padre, con el que vivía en el séptimo piso. El chico, un miembro del Servicio de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona, le hablaba con ternura y sin prisas, con el brazo izquierdo rodeando su espalda y gesticulando con la otra mano. Como intentando evadirla. Sucedía en Barcelona, en la calle de Zaragoza del barrio barcelonés del Putxet, tras un fuego muy violento. La víctima mortal, un hombre de 93 años, no pudo escapar de las llamas, que se originaron en el sexto piso por causas que todavía se desconocen.

Un vecino intentó echar una mano para sacarle de la vivienda. Y así iba a ser a pesar del intenso humo. Pero al abrir una puerta, el aire alimentó el fuego y el anciano se les escapó de las manos. Los bomberos le encontraron en ese pasillo, ya sin vida. Dicen los que le conocían que era un hombre vital al que le gustaba pintar. Y que no tenía problemas de movilidad más allá de lo que cabría esperar de un respetable nonagenario.

UN VECINO HERIDO / A los pies del edificio, bomberos, Guardia Urbana y Mossos se afanaron en controlar el incendio, cortar el tráfico y empezar a atender a los heridos. Un vecino del sexto piso, un joven de 18 años, resultó herido grave, otros 12 residentes fueron trasladados a centros hospitalarios con pronóstico leve y seis más fueron atendidos en la calzada o en sus domicilios. Básicamente, inhalación de humo y crisis de ansiedad. Cuatro personas fueron confinadas en un rincón de la finca ante la imposibilidad de acceder al lugar para rescatarlas. Finalmente, pudieron bajar a la calle sin problemas una vez se abrió una vía de escape segura.

Los vecinos del edificio afectado, 16 pisos en total, se agolparon en una finca colindante. Día festivo, así que algunos vestían lo normal a esas horas de la mañana: pijama y sudadera. Especialmente inquietos estaban los propietarios de las plantas seis y siete, además del ático, cuyos apartamentos han quedado seriamente dañados.

Lo confirmó el jefe de guardia de los Bomberos de Barcelona, Ivan Novo, que explicó que los efectivos se encontraron al llegar con un fuego «totalmente desarrollado». Testigos de primera hora así lo ratificaron.

Entre los curiosos al otro lado de la calle, muchos habían presenciado las «enormes llamas que salían de la parte de arriba». Quizás por eso, por la espectacularidad y lo aparatoso del incendio, se desplazaron hasta el lugar 15 dotaciones de bomberos y 14 ambulancias, amén de una treintena de agentes de la Urbana y de los Mossos. Un despliegue que se ve pocas veces en Barcelona.

El concejal del distrito, Daniel Mòdol, también pasó buena parte de la mañana en el barrio. «Lo importante ahora -señaló-es atender a los heridos y realojar a las familias afectadas. Ya habrá tiempo de hablar de las causas del incendio». Un total de 22 personas de seis núcleos familiares distintos aceptaron el alojamiento alternativo ofrecido por el ayuntamiento.

El edil, arquitecto y urbanista de profesión, detalló de qué manera el fuego puede dañar un edificio cuya estructura está hecha de hierro: «El acero se hace con fuego, así que, una vez colocado, si alcanza ciertas temperaturas, pierde todas sus propiedades. Hay que ver si ese es el caso y asegurarse de que la finca no corre ningún peligro antes de permitir que los vecinos regresen a casa».

Novo añadió que antes de que el inmueble recupere la normalidad, más allá de revisar la base metálica, «será necesario rehabilitar las plantas afectadas y restablecer los servicios de agua, luz y gas». Después de las tres de la tarde, los bomberos bajaron el cuerpo de la única víctima mortal.