Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto la estrella más lejana jamás observada gracias a observaciones con el telescopio Hubble y la inesperada ayuda de la naturaleza, en un fenómeno conocido como lente gravitacional. Ícaro o Icarus, como ha sido bautizada, se encuentra a 9.000 millones de años luz.

«Es la primera vez que vemos una estrella tan lejana», explica Patrick Kelly, investigador de la Universidad de Minnesota y líder del estudio. No es una galaxia ni tampoco una supernova o un estallido de rayos gamma, sino una estrella normal individualizable. En el descubrimiento, que se ha publicado en las revistas Nature Astronomy y The Astrophysical Journal, han participado diversos grupos españoles.

Ícaro, que se formó 4.400 millones de años después del Big Bang, se encuentra -más propiamente, se encontraba, puesto que ya no existe- en una galaxia espiral tan lejos de la Tierra que su luz ha tardado 9.000 millones de años en llegarnos.

El descubrimiento empezó en abril del 2016 en un golpe afortunado. Astrónomos estadounidenses y europeos realizaban observaciones con el Hubble para detectar la aparición de la explosión de una supernova cuando «una inesperada» fuente de luz se iluminó en la misma galaxia. Y empezaron los análisis.

Por lo general, incluso utilizando los telescopios más potentes, es imposible distinguir estrellas individuales que se encuentren a distancias superiores a los 100 millones de años luz. Ícaro está 90 veces más lejos. Si el descubrimiento ha sido posible es gracias a «un capricho de la naturaleza», como lo denominan los propios autores: la gravedad de un cúmulo de galaxias actúa como una gran lupa cósmica que amplifica la luz de objetos más distantes. La lente natural que ha permitido ver a Ícaro está creada por un cúmulo de galaxias llamado MACS J1149+2223, situado a unos 5.000 millones de años luz de la Tierra.

El equipo ha decidido llamarla Ícaro, como el personaje de la mitología griega que se acercó demasiado al Sol con sus alas de plumas y cera. Tiene su explicación. Al igual que Ícaro, la luz de la estrella, en su camino hacia la Tierra, se ha aproximado tanto a una estrella similar al Sol, en el medio intergaláctico del cúmulo MACSJ 1149+2223, que ha conseguido amplificar su brillo unas 2.000 veces, «alcanzando de esta manera la gloria como su homónimo griego», destaca el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en una nota informativa.

Por parte española, el equipo que que ha logrado el hallazgo incluye, entre otros, a José M. Diego, del Instituto de Física de Cantabria (IFCA), Pablo G. Pérez González, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Tom Broadhurst, de la Universidad del País Vasco (UPV), e Ismael Pérez Fournon, del IAC y de la Universidad de La Laguna (ULL).

DESTRUCCIÓN INOFENSIVA

Por otra parte, la estación espacial china Tiangong 1 realizó ayer su reentrada en la atmósfera hacia las 05.15 horas de ayer y cayó en la región central del Pacífico sur.

La mayor parte de la nave se desintegró en su reentrada debido al elevado calor generado por el roce con la atmósfera durante su caída. El Tiangong 1 tenía 10 metros de largo y pesaba 8,5 toneladas y fue puesto en órbita en septiembre del 2011. Quedó fuera de servicio en el 2016.