El tabaco está ya muy cerca de su techo impositivo y cualquier nueva subida debería centrarse en el tabaco de liar, dos productos gravados con tipos inferiores y cuyo consumo ha aumentado sobre todo entre los más jóvenes. Este es el criterio de la mayoría de expertos sanitarios consultados con el que parece haber coincidido el ministro de Hacienda. La subida aplicada por Montoro a los cigarrilos ha sido de un moderado 2,2% mientras que el impuesto a la picadura le ha tocado un 6,5%. Aún no están a la par pero falta menos.

El 80% del precio de los paquetes de cigarrillos son ya tributos. Un sector cuya importancia no llega ni al 1% del PIB recaudó el año pasado para Hacienda en impuestos especiales 6.580 millones de euros, mientras que el alcohol, que supera el 4% del PIB, aportó solo 1.017 millones.

La desproporción es más que evidente, aunque a nadie se les escapa que los riesgos de fumar son más altos que los de beber. Un consumo moderado del alcohol no es perjudicial, pero fumar lo es desde prácticamente la primera calada. Otra cifra que puede arrojar luz a la benevolencia fiscal con la bebida es que por el impuesto sobre la electricidad, un bien de primera necesidad azotado por la pobreza energética, el Estado recaudó el año pasado 368 millones de euros más que con el del sector etílico.

LA ÚLTIMA SUBIDA

La última subida de impuestos especiales, la del 2013, ya afectó algo este producto. Aunque no niveló del todo su tributación con la de los cigarrillos, sí contribuyó a bajar las ventas. En el 2014 cayeron un 3,8 y en el 2015 un 1,9%.

Las tabaqueras consultadas no han querido pronunciarse hasta analizar la letra pequeña lo publicado en el BOE, pero antes del anuncio definitivo, fuentes de British American Tobacco (Lucky Strike, Rothmans) ya advertía que se está «llegando al límite» porque España «ya está en la media de los países de la Unión Europea». El mismo razonamiento sirve para el aumento de impuestos a las cajetillas. La compañía anglosajona cree que otra subida solo conseguirá un efecto rebote: bajará la venta legal, con lo que la recaudación caerá y el tabaco de contrabando volverá a engrosarse.