Perder las claves de aplicaciones sensibles, como el correo, las redes sociales o la mensajería instantánea, puede acarrear consecuencias importantes para la reputación de una persona, algunas fácilmente subsanables con disculpas y otras de más difícil arreglo. Cambiar las contraseñas periódicamente y hacerlas largas y no obvias (nombres del perro y similares) evitan muchos disgustos.

"Tuvimos un cliente que fue inculpado por acosar desde su móvil a otra persona. En el juicio se aportaron como prueba capturas de pantalla hechas ante notario de su número. ¿Qué ocurría? Que el notario veía ese número, pero estaba falseado por una vulnerabilidad de WhatsApp. Tuvimos que pedir un examen forense para demostrar que no se había usado el terminal para realizar el acoso. Y era así, era inocente", explica Selva María Orejón, fundadora de la consultora de reputación On-branding.

NORMAS DE SEGURIDAD "Un usuario malintencionado puede hacerse pasar por otro, simulando que él es el servidor de WhatsApp. El usuario que está siendo engañado no lo detecta pues los mensajes vienen de un número que él conoce y por tanto aparentemente esos mensajes son legítimos", añade. En otros casos, entregar o vender un móvil al que no se le han borrado los datos puede dar serios problemas. Y si se produce un robo, el usuario tampoco tiene mucha capacidad de respuesta si antes no ha activado un mecanismo de borrado remoto que ofrecen la mayoría de smartphones. "Hay gente que no le pone ni una contraseña de acceso al terminal y lo tiene todo abierto", señala David Pérez, de Onbranding.

Para evitar estas situaciones, los expertos aconsejan emplear contraseñas de entrada al teléfono, activar la localización en remoto, desactivar las opciones demasiado explícitas de las aplicaciones (como si se está conectado, el lugar desde donde se conecta), limitar quién puede ver el perfil y no hacer copias de seguridad automatizadas porque se pueden activar sin control del usuario desde redes poco seguras. También es preferible no utilizar redes abiertas y proteger las caseras.

"Tuvimos otro caso, una pareja, un futbolista y una modelo, que fueron víctimas de un hackeo por parte de los paparazi. Se citaban y ya les esperaba la prensa. Les pasó varias veces", reconoce.