Exalumnos de los Maristas de Sants-Les Corts de Barcelona le han denunciado por haber abusado sexualmente de ellos. Lleva cuatro años retirado en un confín del mundo, desde que en el 2011 dejó de dar clases. Vive, con su hermano mellizo, en una casita de una planta, en un barrio periférico de un pequeño pueblo de la provincia de Gerona, donde, según explica, ha estado esperando a que vinieran a por él. "Pensé que todo esto se sabría antes, que no tardarían tanto", dice a modo de saludo cuando llegan los periodistas de el Periódico de Catalunya, a los que recibe ante la puerta de su modesta vivienda. Joaquín Benítez, 57 años, admite todas las acusaciones que desde el jueves se le están haciendo desde que un padre de una víctima destapara el caso.

--Supongo que adivina por qué hemos venido a verle-

--Sí, aunque cuando les he visto no he pensado que fueran periodistas. Pero estoy preparado para afrontar lo que hice, para dar explicaciones ante la sociedad. Voy a asumir mi responsabilidad: lo que hice, lo hice y todo fue por mi propia debilidad. Durante muchos años, sentí como un impulso que no podía evitar, aunque sabía que hacía mal. Sé que estuvo mal, lo sé... Solo espero tener hora la oportunidad de poder pedir perdón a aquellos chicos.

--¿Cuántos chicos fueron?

--No le sé decir, hay cosas que no puedo explicar porque he de ir a testificar antes ante el juez. Allí lo contaré todo. Oficialmente.

--¿Está pues decidido a hablar y confesarlo todo? ¿Espera redimirse?

--Mire, en los últimos cuatro años he pasado cuentas con Dios, me he limpiado ante él, que es lo importante, y ahora sé que tengo que hacerlo ante la gente. Si usted creyera en la resurrección, como yo creo ahora, entendería que es importante que dé la cara. He descubierto la fe de los mormones y esa ha sido la medicina que podía haber encontrado. Creo que estoy obligado a ser consecuente con lo que hice, porque, insisto, yo entonces era una persona muy débil.

--¿Ahora ya no?

--Ya no. No le voy a dar detalles de mi vida más íntima, pero le puedo asegurar que desde que pertenezco a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la que la gente conoce como la iglesia mormona, ya no he vuelto a mantener relaciones sexuales. ¡Con nadie! Estoy limpio. En los últimos cuatro años, desde que me retiré aquí, he tenido pequeños trabajos, he sido, entre otras cosas, socorrista en una piscina municipal, y nunca, nunca más ha vuelto repetirse lo que pasó en Barcelona.

--Pero imaginaba que antes o después tendría que rendir cuentas-

--Desde luego que sí. De hecho, hasta me extraña que hayan tardado cuatro años en hacerse públicos los hechos. Supongo que los Maristas, con quienes llegué a un acuerdo para irme del colegio en el 2011, han hecho también lo posible para que todo esto no trascendiera.

Benítez pide, ruega, que no se identifique la población donde ha residido los últimos meses. Hasta hace un año y medio vivió en una localidad cercana, donde los vecinos le recuerdan como una persona de trato afable. Ruega el anonimato del lugar, cerca de la frontera con Francia, para tratar de proteger a su hermano, que padece una minusvalía intelectual del 47%. "Después de la declaración ante el juez, intentaré estar ilocalizable", asegura. Su mellizo se quedará solo en el pueblo y no quiere que le importunen. "Él no tiene culpa".

--¿Cómo justifica lo que hizo en los Maristas?

--Fui débil, como ya le he dicho. No me gusta que me llamen pederasta. Ya sé que no es una excusa, ni un motivo para justificar lo ocurrido, pero fui educado en el catolicismo más estricto, estuve interno durante más de 16 años en un colegio con otros chicos, donde tuve algunas experiencias sexuales. Mi familia me envió allí porque no podían mantenerme. Éramos ocho hermanos, vivíamos entre cuatro paredes en lo más humilde del barrio del Carmel, en Barcelona. Las pocas veces que iba a casa a ver a los míos me encontraba siempre borracho a mi padre, que era un alcohólico.

--¿Cuánto tiempo estuvo en el colegio como profesor de educación física?

--Fueron en total 35 años. Más de media vida, porque ahora tengo 57, cumplo 58 en octubre- Fueron unos años en que luché continuamente contra mí mismo, contra mis impulsos. Como además de profesor de gimnasia, yo también tenía el título de masajista, a veces algún chico se quedaba para que yo le diera un masaje y esa tentación era superior a mí. Peleé mucho contra eso, porque soy consciente de que hacía daño a esos chavales.

Más allá de pedir perdón a sus víctimas, Benítez declara que tiene poco más que ofrecer. "No tengo dinero, ni propiedades, no puedo hacer frente a indemnizaciones, si es que me las reclaman. Me va a asistir un abogado de oficio", cuenta.

--¿Sabe que va a tener que ir a la cárcel?

--Soy consciente de eso. Si he de cumplir dos, tres, cuatro años en prisión, estaré... ¿No sabrá usted cuántos años me podrían caer?

--Bueno, supongo que eso dependerá de cuántos delitos haya cometido

--No insista, no voy a hablar de eso. Solo lo haré ante el juez.