La isla canaria de El Hierro se encuentra en fase de preemergencia de riesgo volcánico -semáforo amarillo, el nivel más más bajo en la escala de peligro- debido a una inusitada sucesión de pequeños terremotos que no se recordaba en décadas recientes. Los seísmos, que responden a movimientos magmáticos en capas profundas, empezaron el pasado mes de julio, pero en los últimos días se han multiplicado hasta el punto de que ayer hasta las 19.50 horas se habían registrado nada menos que 69 con magnitudes comprendidas entre 1,5 y 2,9 en la escala de Richter. El mayor fue el sábado, con una magnitud 3,4.

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) informó de que el riesgo es pequeño ±15% de posibilidades de erupción± y que en todo caso sería un episodio poco explosivo y de ámbito restringido, pero ello no ha evitado una cierta intranquilidad por parte de los herreños, según relataba el diario local. Aunque se ha detectado una ligera deformación del terreno en el sector occidental de la isla, no se tiene constancia de emanaciones de gas, cambios en las propiedades de las aguas termales u otros fenómenos asociados a una inminente erupción, añadió el IGM. De hecho, según Protección Civil, el semáforo amarillo significa simplemente «esté atento a los comunicados de las autoridades ». AENA y la autoridad portuaria han sido avisadas por precaución.

La actividad sísmica no obedece al habitual movimiento de fricción entre placas tectónicas, sino al vulcanismo profundo de las islas Canarias, aunque el proceso exacto es en gran parte desconocido porque solo se dispone de métodos indirectos para estudiarlo. La hipótesis principal sostiene que el magna emerge desde las profundidades y crea zonas de fractura en las que se estarían generando los seísmos.

Concretamente, la directora del IGN en Canarias, María José Blanco, explicó a la agencia Efe que lo que se está produciendo es «una entrada de material magmático por debajo del edificio insular». Se ha apreciado también una deformación del terreno de 35 milímetros, de los que 10 corresponden a los últimos 10 días. Eso sí, en lugar de aflorar a la superficie, parece que los microseísmos se forman en capas cada vez más profundas, un síntoma de que la crisis no va a peor. La inminencia de una erupción se notaría, insisten los especialistas, y además sería posible delimitar los posibles flujos.

El Hierro se enfrenta a dos posibilidades obvias: que continúe el ascenso del magma y genere una erupción en la superficie (o incluso bajo el mar) o que la actividad descienda paulatinamente con el enfriamiento de la intrusión magmática.

En el primer caso, según el IGN, los síntomas sugieren que todo podría desembocar en lo que se conoce como erupción fisural, con emisiones de lava más o menos continuada y explosiones de pequeña o mediana magnitud. La columna de ceniza sería baja, como máximo de dos o tres kilómetros, señaló la directora del IGN de Canarias.