En vez de algo dramático como Expediente X se denominó de forma más anodina y burocrática: Programa de Identificación de Amenaza de Aviación Avanzada. No estaba totalmente protegido por el secreto absoluto de la clasificación pero sí parcialmente y operaba bajo conocimiento de solo unos pocos. Y nunca se había reconocido pública y oficialmente. Hasta ahora.

Durante al menos cinco años, de 2007 al 2012, el Gobierno de Estados Unidos ha estado financiando la investigación de encuentros con ovnis según revelaron el sábado The New York Times y Politico. No hay, que se sepa, resultados concluyentes de esa investigación, aunque parte del programa sí ha sido secreta y se mantiene clasificada. Y pese a que las autoridades aseguran que se abandonó ante un cambio en las «prioridades» de financiación, algunos, incluyendo Luis Elizondo, el hombre que dirigió el empeño desde la quinta planta en el Anillo C del edificio del Pentágono, aseguran que continúa, aunque sin financiación pública. Esas fuentes también afirman que en las pesquisas sigue participando personal de la CIA y el Ejército, incluyendo la persona que ha sustituido a Elizondo, que no se ha logrado identificar.

Lo que sí se sabe es lo que han revelado los artículos: que comenzó en el 2012, cuando el Pentágono, a instancias del senador demócrata de Nevada Harry Reid, apropió fondos para investigar informaciones sobre encuentros con objetos volantes no identificados. Las indagaciones incluyeron entrevistas con quienes afirman haberse topado con aeronaves cuyas maniobras y operaciones desafiaban las leyes de la física, incluyendo pilotos militares. Y se revisaron videos como uno que se hizo público en agosto, donde dos aviones de combate grabaron un encuentro con un inexplicable objeto oval blancuzco, similar a un avión.

El programa estuvo dotado con 22 millones de dólares al año, una cantidad que hacía que pasara fácilmente desapercibido entre los 600.000 millones anuales del presupuesto de Defensa. Los fondos fueron a una compañía de investigación aeroespacial propiedad de Robert Bigelow, un multimillonario amigo del ahora retirado senador Reid, que también trabaja para la NASA y que, como Elizondo, es crítico con el excesivo silencio que rodea a la investigación de fenómenos no explicados.

«Internacionalmente somos el país más retrógrado en este tema», dijo Bigelow al Times. «Nuestros científicos tienen miedo de ser condenados al ostracismo y los medios temen el estigma. China y Rusia son mucho más abiertos».

No es la primera vez que Estados Unidos investiga fenómenos sin explicación. De 1947 a 1960 la Fuerza Aérea indagó en 12.000 informaciones sobre ovnis. Dentros de ese esfuerzo hubo un programa, el Proyecto Libro Azul, que aunque determinó que la mayoría tenía que ver con estrellas, nubes, aeronaves radicionales o aviones espías dejó 701 casos sin explicación.