Hace exactamente cuatro años, el 30 de junio del 2013, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, estampaba su firma en la más controvertida ley de su largo mandato. Su denominación oficial -Ley Federal con el Propósito de Proteger a los Niños de Información que Niega los Valores Familiares Tradicionales- en seguida fue bautizada por los medios de comunicación como ley sobre la propaganda homosexual.

En su artículo primero, se calificaba la «propaganda de relaciones sexuales no tradicionales» como un material que transmite a los menores «ideas distorsionadas sobre el igual valor social de las relaciones tradicionales y no tradicionales». En su artículo 5 se tipificaban las multas a pagar en caso de violar la prohibición de hacer propaganda: entre 5.000 y 50.000 rublos (73 y 7.300 euros, al cambio actual), y los extranjeros pueden ser deportados, tras ser multados. Si la violación de la ley se produce en internet, la suma a pagar se incrementa.

Pese a que su aprobación por la Duma Estatal fue unánime, el texto legal sembró de inquietud al colectivo LGTB en Rusia, un país donde ya en el 2004 un 36% de los rusos consideraban la homosexualidad como «una enfermedad». En los 48 meses transcurridos desde la entrada en vigor del texto, los activistas han constatado un neto incremento de agresiones a gays -homicidios, robos, ataques contra locales gay, extorsiones- aunque dan por sentado que el nivel de violencia es mucho mayor dado el temor de las víctimas a denunciar.

«Hay muchas cosas que no podemos saber, y que quizás no sepamos nunca; pero lo cierto es que la agresión es un hecho diario para muchos gays, lesbianas y transexuales» en Rusia, escribe Aleksándr Kondakov, sociólogo y director del Centro para el Estudio de la Sexualidad. Contando únicamente con las informaciones aparecidas en los medios de comunicación, su organización constató 363 casos de agresiones -cerca de la mitad, homicidios- entre el 2011 y el 2016 y elaboró un mapa donde se señala con puntos rojos cada acto de violencia, comprobándose que la homofobia se extiende por toda Rusia, de Vladivostok a Kaliningrado.

La publicación liberal Meduza, en un extenso artículo titulado Cuatro Años de Homofobia de Estado, hizo balance del periodo de aplicación del texto legal, asegurando que ha cumplido «dos funciones»: «primero, de forma oficial y a nivel federal, confirma el trato del Gobierno al colectivo LGTB como ciudadanos de segunda, y en segundo, crea una situación en la que la gente tiene miedo a hablar de relaciones homosexuales».

En el bando gubernamental no hay espacio para los lamentos o la contrición. En declaraciones a este diario, Serguéi Mirónov, uno de sus impulsores, enfatiza que lo único que pretende la ley es impedir que «las perversiones se extiendan entre los niños». «No podemos engañar a Dios haciendo una norma de algo que no lo es», continúa el parlamentario, antes de cargar contra la práctica de aprobar el matrimonio homosexual en muchos países de Europa, incluyendo España: «España puede cambiarle el nombre a la Luna y al Sol, pero ello no signifca que el Sol deje de ser Sol y la Luna deje de ser la Luna».

Mirónov restó importancia a la existencia de agresiones contra el colectivo LGTB en Rusia y dio a entender que eran provocadas por las propias víctimas para luego recibir «ayudas financieras occidentales», que en su opinión son «satánicas», a sabiendas de que desde Europa «se apoya» a los movimientos gay en Rusia. «Su objetivo era recibir un puñetazo en el ojo y decir que son víctimas del régimen y de un Gobierno homófobo», declaró.

En este ambiente, algunos dirigentes se han atrevido a declarar a sus ciudades o regiones como «espacios libres de homosexuales». Tal fue el caso del alcalde de la localidad de Svetlogorsk, en la región de Kaliningrado, o en la república de Chechenia, donde el portavoz del Gobierno, Alvi Karímov, ha contestado a las acusaciones de que los homosexuales son internados en prisiones con una frase: «No se puede detener y acosar a alguien que no existe». «Hay partes del país que no son seguras para el colectivo», constata el activista Kondakov.