Quítenle el tinto a los riojanos y entenderán la tragedia. Guizhou es la sexta provincia china que impone la ley seca a sus funcionarios pero no es una más. De sus montañas sale el grueso de la producción nacional de baijiu o vino blanco que trasiegan los chinos.

La regulación es ambiciosa. Alcanza a todos los empleados en estamentos gubernamentales y compañías estatales y prohíbe que se compre alcohol con fondos públicos. Los funcionarios no podrán catarlo en horas de oficina ni en almuerzos diarios. Solo habrá excepciones en eventos de negocios o recepciones a extranjeros y el departamento disciplinario concretará las clases y cantidades permitidas. Las transgresiones serán castigadas sin compasión y los altos cargos responderán de lo que beban sus subordinados, aclaró Zhang Ping, vicesecretario provincial de Disciplina.

Una ley nacional del 2012 prohibió los licores caros en cumplimiento de la campaña contra la corrupción y el despilfarro ordenada por el presidente Xi Jinping. Zhejiang, Heilongjiang, Jilin, Anhui y Xinjiang ya profundizaron con entusiasmo en esa vía antes de Guizhou. Los tiempos convulsos de la política nacional aconsejan la adhesión ciega al líder por encima de costumbres milenarias o de la industria local.

Las acciones de Moutai, la marca icónica de baijiu, han caído el 2,8% desde el anuncio. La cifra no sugiere ningún drama pero su capitalización bursátil es de 623.000 millones de yuanes, la mitad del PIB provincial del 2016, según la prensa local. Es un drama. La industria asume que sus balances dependen de las campañas anticorrupción. Aquella prohibición del 2012 ya minó ventas y precios. Moutai se recuperó tras relevar a su antigua clientela por la pujante clase media.

ATENTADO AL EJÉRCITO

«Los banquetes oficiales y la bebida abundante fueron cada vez más descarados antes de que Xi subiera al poder y eran un claro símbolo de corrupción y degeneración», señala Andrew Hall Wedeman, autor del libro Doble paradoja: Rápido desarrollo y creciente corrupción. «Que Xi haya convertido en un gran show su lucha contra las extravagancias no sorprende porque es lo mismo que hicieron sus predecesores», añade.

Xi también prohibió en el 2013 el alcohol en las tropas, que se tragaban el 20% de la producción anual de Moutai, tras comprobar que atentaba contra su planeado Ejército moderno. El alto número de militares con presión alta e hígados castigados que revelaban las pruebas médicas hacían temer por su brío en combate.

El alcohol está tan arraigado en China como que los funcionarios tiren de la tarjeta del gobierno local en pantagruélicos banquetes. Están regados con baijiu, el aguardiente nacional con más de 37 grados porque por debajo de ahí sería inocuo para la garganta. Las botellas se vacían encadenando ganbeis, que obligan a vaciar el vaso de un trago. Un ganbei muestra a una persona sincera y viril con la que se puede negociar. El anfitrión quedará en muy mal lugar si no ofrece abundante bebida al invitado y este en uno peor si la rechaza.

Los perjuicios del consumo de alcohol de los empleados públicos son varios: sangría del erario público, mala imagen de funcionarios encerrados durante horas en reservados de restaurantes y su escasísima eficacia cuando vuelven a sus quehaceres, si vuelven. Las noticias de empleados muertos por intoxicaciones etílicas abundan.