Miguel Montes Neiro, el que fuera el preso común más antiguo de España, con 36 años de prisión a sus espaldas, falleció el sábado pasado sábado en Granada después de varios días ingresado en un hospital a causa de un cáncer de pulmón muy avanzado que le fue detectado el pasado mes de septiembre. Fue incinerado este pasado domingo en una emotiva ceremonia rodeado de familia y amigos, con los que pasó los últimos cinco años de vida en libertad. «Es mi primera oportunidad de vivir», dijo nada más salir a la calle, en el 2012, gracias a los dos indultos concedidos, con poco más de un mes de diferencia, por los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

Agarrado de las manos de sus dos hijas, y sin volver la vista hacia uno de los penales donde había pasado la mayor parte de sus 67 años, el 15 de febrero del 2012 Montes Neiro al fin pudo saborear la libertad. Reconocía «haber pagado muy caro» todos los robos y fugas, al menos una decena confesadas y en las que incluso le dio tiempo a ampliar su familia con dos hijas.

No obstante, en esos breves periodos de libertad, escondido de la Policía, ni siquiera pudo salir con ellas al parque, algo que le dolía especialmente. «Se me ha pasado la vida y no la he vivido», reconoció aquel frío día de febrero, «pero espero que algo me depare Dios, porque no soy una alimaña».

Reformatorio con 12 años

Montes Neiro tuvo su primera experiencia entre rejas con 12 años, cuando ingresó en un reformatorio tras un incidente con un chico al que clavó por accidente una flecha en un ojo. En 1966 volvería a prisión por el robo de un cartón de tabaco. Diez años más tarde llegó su primera condena seria por deserción del Ejército, aunque él mantuvo siempre que fue la venganza de un superior al que agredió cuando este le recriminó la falta de un subfusil del armero del que él era responsable.

Desde entonces fue encadenando condenas: un motín en el penal, un supuesto atraco a una joyería, tenencia de hachís y armas... y, sobre todo, evasiones, desacatos y quebrantamientos de condena. Nunca delitos de sangre.

Montes Neiro se enteró entre las rejas de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, la primera victoria de los socialistas, el auge de la televisión en color, la caída del Muro de Berlín y un largo etcétera de acontecimientos. Nunca obtuvo beneficios penitenciarios ni se le descontaron los días pasados en prisión preventiva, como reclamaba su hermana Encarnación, lo que le habría dejado en libertad mucho antes.

Una biografía y una película

Tras salir de prisión esperaba ejercer de ceramista, profesión que aprendió en la cárcel, y disfrutar de sus hijas, ya adolescentes. También le dio tiempo a escribir su biografía, titulada Montes Neiro, una vida en prisión, con la que pretendía incluso hacer una película.

Pero su nombre volvió a ocupar las portadas apenas un año después de salir en libertad al relacionársele con un robo cometido en noviembre en un centro comercial de Marbella (Málaga). Un grupo de delincuentes redujo a tres vigilantes de seguridad y sustrajo joyas por valor de más de cuatro millones de euros.

El juez le acusó entonces de receptación, aunque no le encarceló. Al ser absuelto, Montes Neiro aseguró que no había participado y que «se limitó a ayudar a un amigo que se lo pidió». Fue su último encuentro con la justicia.