"Los 50 de Fukushima", "héroes de Fukushima", "héroes sin rostro", "héroes anónimos", "liquidadores", "samuráis" y hasta "kamikazes". Fuera de Japón se les ha llamado de formas diversas, todas ellas con una gran carga de significado y algunas con una evidente falta de conocimientos de historia. En su país, en cambio, prefieren referirse a ellos de forma neutra como "Fukushima genpatsu fukkyu sagyou no sagyouin". Es decir: trabajadores que se encargan de la recuperación de la central nuclear de Fukushima.

Son los galardonados con el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2011, que se entrega el próximo viernes. Los que, según el jurado, "pusieron en riesgo la propia vida al afrontar, en la central siniestrada y su entorno, las tareas que evitaron una tragedia humana y ambiental de mayores dimensiones, dando al mundo un ejemplo de coraje ante la adversidad, sentido del deber, defensa del bien común y conciencia cívica".

Pero, ¿quiénes son en realidad estos "héroes de Fukushima"? Rebobinemos: el 11 de marzo del 2011 un gran terremoto sacudió el noreste de la isla japonesa de Honshu y, minutos después, una ola gigante arrasó buena parte de la región, mató a unas 20.000 personas y dañó gravemente la central nuclear Fukushima Daiichi.

Se quedaron 50

El riesgo de una gran catástrofe obligó a confinar en sus hogares o a evacuar a la población de los alrededores y a la gran mayoría de los trabajadores de la central. Pero 50 operarios se quedaron intentando evitar o minimizar los daños. Más tarde se unieron a ellos otros trabajadores de la central, además de bomberos, policías y militares, que participaron en las tareas de desescombro, extinción de incendios, refrigeración del material radiactivo, inspección desde el aire, acordonamiento de la zona y evacuación de la población del área.

El viernes, cinco de ellos recibirán el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en Oviedo. Son el capitán de bomberos Toyohiko Tomioka, los superintendentes de policía Yoshitsugu Oigawa y Masami Watanabe, el coronel Shinji Iwakuma y el teniente coronel Kenji Kato, ambos de las fuerzas armadas.

El coronel Iwakuma es, además de héroe, un verdadero superviviente de Fukushima. Su vida corrió grave peligro a causa de las explosiones de hidrógeno que se produjeron cuando participaba con sus hombres en las tareas de refrigeración del reactor número 3 de la central. El coronel pertenece a una unidad especial de lucha contra armas biológicas y nucleares, y no esperaba que fuera el hidrógeno el elemento que pudiera causarle la muerte. "Los escombros cayeron durante decenas de segundos, pero la sensación fue que duró mucho tiempo", explicó Iwakuma en junio.

No acudirá a recoger el premio ningún trabajador de la central. Ni de esos primeros "50 de Fukushima" ni de quienes los han ido relevando hasta hoy en turnos de 50 y con un límite de tres horas diarias. Tres de ellos han muerto ya, aunque Tepco, la compañía propietaria de la central, atribuye sus fallecimientos a causas distintas a la radiación.

Además de las tres víctimas mortales confirmadas oficialmente, la compañía ha reconocido que algunos de sus trabajadores han estado expuestos a dosis de radiación muy altas, pero no ha revelado los efectos sobre su salud. Tepco tiene un largo historial de mentiras y medias verdades, por lo que es difícil creer que no se conozcan ya las consecuencias de la radiación. La experiencia muestra que muchas de las secuelas tardan un tiempo en manifestarse (en ocasiones 15 años), y se ha llegado a especular con que se ha seleccionado a personal cercano a la edad de jubilación porque su expectativa de vida es más corta y, por tanto, son menores las posibilidades de desarrollar cáncer. Pero son solo eso, conjeturas, alimentadas por la escasez de datos.

Inquietud de por vida

De todas estas personas que tendrán que vivir con gran inquietud el resto de sus vidas, se conoce el rostro o los nombres de muy pocos. Uno de ellos es el capitán del cuerpo de bomberos de Tokio, Toyohiko Tomioka, uno de los héroes que estarán el próximo viernes en Oviedo. Junto a sus compañeros Yasuo Sato y Yukio Takayama, participó en las tareas de extinción dentro de la central durante la primera semana. Los tres ofrecieron una rueda de prensa el 19 de marzo, a su vuelta a la capital.

En ella explicaron las duras condiciones bajo las que trabajaron, sobre todo por las altas temperaturas, las dificultades que suponían los trajes especiales que llevaban para protegerse de las explosiones y partículas radiactivas --que no de los rayos gamma-- y el hecho de afrontar una situación nueva.

Los tres capitanes hablaron ante los medios como representantes de sus hombres. Y con ello se convirtieron en tres de las escasas caras conocidas de los héroes. Ese protagonismo quizá se lo permitió estar bajo las órdenes del gobernador de Tokio, el populista Shintaro Ishihara, un político que no pierde oportunidad de ponerse bajo los focos. Ishihara aprovechó el acto para dedicarles una declaración pública de agradecimiento, quizá la única que se ha vivido en Japón.

El periodista y profesor de la Universidad Nanzan de Nagoya, Arturo Escandón, también mantiene que la atención que han merecido en Japón los héroes de Fukushima ha sido más bien escasa. "Es posible que en España el tema siga vivo por el premio Príncipe de Asturias. Pero, aquí, de ellos ya se habla poco", asegura Escandón.

Los Los héroes de Japón permanecen casi todos en el anonimato. Algo coherente con la importancia que dan los japoneses a la pertenencia al grupo. Y también con su alto sentido del honor y del deber. Lo que lleva a preguntarse hasta qué punto su heroicidad es una opción.