Cuando en el 2016 las Magas de Enero regresaron a las calles de Valencia tras ocho décadas de ausencia, avisaron de que volvían para quedarse pese a la catarata de insultos que recibieron. Y ayer Libertad, Igualdad y Fraternidad, conocidas a su pesar como las Reinas Magas, desfilaron de nuevo por el centro de la ciudad acompañadas por miles de espectadores, aparentemente más que en ediciones anteriores, pero también por cerca de cien ultraderechistas que intentaron boicotear el acto.

Increparon a los participantes con banderas de España, de la Comunidad Valenciana e incluso de Cristo Rey, lo que provocó tensión, cruce de insultos, algún empujón y al menos un par de identificaciones de contramanifestantes, una de ellas a un hombre que se dirigió repetidamente a uno de los animadores como «paleto y maricón».

Entre los contra había integrantes o ex de Ultra Yomus, peña del Valencia a la que pertenecían varios imputados por las agresiones en la manifestación de la izquierda nacionalista el 9 de octubre, y José Luis Roberto, histórico líder de la ultraderecha imputado por un escrache en casa de la vicepresidenta valenciana Mónica Oltra.

Cánticos como España unida jamás será vencida, No son magas, son fulanas y algunos trozos del Cara al sol hicieron que se redoblaran los aplausos de apoyo a las batucadas y cabezudos que abrían paso a la carroza de las magas. Organizada por la Sociedad Coral Micalet, la cabalgata pretende recuperar el espíritu de festividad laica que tenía la que el gobierno de la República organizó en 1937, pero despojada de la explícita propaganda política de entonces.

Las magas llegaron al Ayuntamiento entre gritos de Paz y cultura que los ultras contestaban con el de Incultura, sin que quedara muy claro qué reivindicaban. Allí les esperaba el alcalde Joan Ribó, con el que salieron al balcón mientras sonaba una versión del himno de la República.

Los discursos

En su discurso, Igualdad pidió una ciudad «sin juguetes sexistas». Fraternidad dijo ser también la maga de la «sororidad», explicó que se trataba de una empatía entre las mujeres sometidas «al patriarcado». «Niñas, no estáis solas, si algo no os gusta lo podéis decir y si algún día os pasa algo recordad que nunca será por culpa vuestra», les dijo. Y pidió «concienciar a los niños para que no tengan comportamientos machistas». Cerró los aplaudidos parlamentos Libertad, que pidió ejercer su nombre «para querer a quien queramos y vivir en un mundo de abrazos y sonrisas, que sean más altos que vallas y fronteras».