«El acosador, que suele ser una persona que busca el reconocimiento de los compañeros, aprovecha cualquier diferencia para caricaturizar a la víctima, ridiculizarla, porque así le es más fácil hacerse con el apoyo del grupo, un grupo que muchas veces no tiene una escala de valores formada», constata un psicólogo clínico y psicopedagogo y orientador en un instituto de secundaria. Los agresores, prosigue, «son hábiles manipuladores, muchas veces chicos con problemas de afectividad en sus familias y que se refuerzan haciendo cosas que les hacen sentirse líderes». El bullying, agrega, es una expresión asociada a la etapa de construcción de la identidad, «una expresión que genera violencia contra el que es diferente». «No basta con darles una charla, porque su efecto es mínimo frente a la cantidad de modelos y de informaciones que reciben a diario». Se trata de un problema más complejo, que se manifiesta en forma de «homofobia, xenofobia, racismo u otro tipo de intolerancia».