«La noticia no es que una mujer de 64 años dé a luz. La noticia es que esa mujer haya sido tratada por un médico para ser madre a esa edad y encima se celebre como un logro, como algo bueno para el niño. ¡Es aberrante, indignante!», declaró la doctora Anna Veiga en relación a la vecina de Burgos que ha tenido gemelos tras una fecundación in vitro. Veiga, directora de I+D del Servicio de Medicina de la Reproducción de Salud de la Mujer Dexeus, participó en el equipo que hizo posible el nacimiento del primer bebé probeta español, Victoria Anna Perea, y en la introducción de la FIV (fecundación in vitro) en España.

«Deberían ponerse límites a la maternidad, como mucho a los 50-52 años», convenían la experta y el director del centro Salud de la Mujer Dexeus, Pedro N. Barri, que ayer, con la presencia de Perea y del primer bebé probeta del mundo, Louise Brown, presentaron un informe que alerta de la edad cada vez más avanzada en que la mujer aborda la gestación.

Ese retraso en la concepción ha llevado a un cambio radical del perfil de las pacientes que se someten a la reproducción asistida y, advierten los expertos, la tendencia ha traspasado el umbral médico para convertirse en un problema social. «Deberíamos ser capaces de frenar este fenómeno», subrayó Veiga.

«Como dijo Einstein en 1945, hemos llegado a una época de perfección de los medios y confusión de los objetivos», cita el doctor Barri. Las causas más frecuentes de infertilidad son hoy problemas asociados a la edad avanzada. Si en los inicios del tratamiento (1995), iban al centro mujeres de unos 30 años con problemas de fertilidad, la mayoría por una obstrucción de las trompas de falopio, ahora las pacientes tienen 39 años de media y, en un elevado porcentaje, padecen una esterilidad por problemas asociados a la edad.

«Más de la mitad de las pacientes ya supera los 40 años», remacha Barri, lo que implica que más del 30% de los ciclos de fecundación in vitro precisan diagnóstico genético para descartar alteraciones cromosómicas en el embrión, debido a una edad materna avanzada. Además, aumenta el riesgo de que surjan complicaciones en la gestación y el parto.

Además crecen las mujeres que optan por congelar sus óvulos para preservar la fertilidad: desde el 2009, se han multiplicado por diez. «En nuestro centro, el 40% de las mujeres que realizan una FIV requieren óvulos de una donante, y España es el país europeo que realiza más tratamientos de ovodonación, representando casi el 50% de Europa (33.605 en el 2012)», destacó Barri.

A diferencia de otros países de Europa, España permite acceder a estas técnicas a mujeres sin pareja, matrimonios heterosexuales y homosexuales (femeninos), y parejas de hecho, y no solo por problemas de fertilidad, sino como método de planificación.