Un imponente guardaespaldas las 24 horas de los siete días de la semana, pero también un compañero que obliga a salir de paseo y que empuja a conocer a otras personas. El perro ya es también el mejor amigo de cerca de una veintena de mujeres maltratadas gracias a un programa que impulsa la Fundación Escan. En lo que llevamos de año, 16 de las 39 mujeres asesinadas en España por su pareja o expareja habían denunciado al hombre que las mató, según los datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. La última, el jueves pasado en la localidad leonesa de La Virgen del Camino. El objetivo es reducir al máximo ese número y, al mismo tiempo, dar a las víctimas otro punto de apoyo para superar esa situación.

De momento los resultados son inmejorables. De las mujeres que viven acompañadas por un can, ninguna de ellas ha vuelto a ser agredida y, además, sienten que han recuperado su vida. «La defensa es solo una parte de la terapia. Elimina el pánico, porque el miedo es verdad que no desaparece del todo, pero también aumenta la autoestima, mejora el control de las emociones, favorece las relaciones sociales, salir a la calle y tener nuevas rutinas. Hace que no se queden en casa muertas de miedo», explica Enrique Cruz, coordinador del proyecto de esta asociación, con sede en San Javier (Murcia).

MIEDO

«Las mujeres nos dicen que vuelven a tener vida. Algunas no eran capaces de estar a solas en un despacho con un hombre y ahora pasean solas por la playa», incide Cruz. Marisol Rojas, psicóloga especializada en violencia machista, explica que muchas de las mujeres maltratadas «se limitan ellas mismas porque tienen miedo» y que la presencia del can a su lado les permite «salir más protegidas» y sentir reforzada su seguridad «a nivel emocional».

Rojas, que trabaja en el servicio de atención a la mujer del Ayuntamiento de Sant Boi de Llobregat, cuenta que en su experiencia con mujeres deprimidas ha comprobado cómo cuidar de un perro las lleva a tener una nueva obligación con la que «salir del bucle de abandono» en el que caen.

LA FACTURA

Cuando hace unos años la familia de una mujer agredida llegó a la sede de Escan en busca de un perro que la protegiera se dieron cuenta de que podían ofrecerle mucho más. «Empezamos a pensar cómo podríamos poner en marcha este proyecto multidisciplinar», recuerda Fernando Soleto, presidente de la asociación. Ahora, este programa incluye psicólogos, psicoterapeutas, trabajadores sociales, un gabinete jurídico y los entrenadores de los perros. Su coste está entre los 3.000 y los 4.000 euros con una duración de ocho años.

Pero la factura puede rebajarse si se cierran convenios con las instituciones y estas aportan sus recursos. El pasado verano firmaron con el gobierno regional de Murcia y esta semana han presentado su proyecto en el Instituto Valenciano de la Mujeres y por la Igualdad de Género, que estudia su implantación. «El año pasado ya contamos con perros en actividades terapéuticas para menores y los resultados fueron satisfactorios. Tenemos pensado incluirlos también en las de las mujeres y estudiar este tipo de programas que combinan protección y terapia», explica María Such, responsable del instituto. También en la Comunidad de Madrid hay ya alguna experiencia similar.

Solo con sentencia firme

El programa solo se pone en marcha cuando hay una sentencia firme contra un agresor y una orden de alejamiento. En España hay activas casi 168.000 órdenes pero no todas esas mujeres estarían preparadas para tener un perro de este tipo. Lo primero es hacer una evaluación para ver si la víctima tiene la suficiente estabilidad emocional y la destreza para controlar al animal. Superados esos filtros, empieza un periodo de adaptación de unos tres meses.

«Son animales a los que se prepara previamente y después se hace un trabajo de vinculación afectiva, después de obediencia de órdenes y, finalmente, de protección», resume Soleto. Se trabaja con comandos de protección que solo conoce cada mujer y el perro debe salir siempre a la calle con correa y un bozal de impacto. Hay que cubrir también los aspectos legales y evitar posibles mordiscos. «La idea es que bloquee y, llegado el caso, golpee», apunta.

Pero hasta ahora no ha hecho falta llegar hasta ahí. «El agresor suele ser un perfil bastante cobarde así que el efecto disuasorio es importante pero no se puede medir. No sabemos cuántos ataques se han dejado de producir porque vieran al perro, pero son animales impresionantes», confirma Fernando Soleto mientras acaricia a un pastor belga malinois como los que ofrecen a las mujeres.

A Rojas le cuadra la situación. «El maltratador se nutre del miedo, lo es con las que puede. Huele cuándo puede ejercer y cuándo no, por eso intentamos empoderar a las mujeres para que pongan sus normas y sus límites», explica la psicóloga. Hasta ahora solo dos de esta veintena de mujeres que tienen un perro de Escan a su lado han vivido nuevos intentos de agresión. «Todo salió según estaba previsto. El perro reaccionó a la orden, la mujer extendió la correa y el animal creó una zona de protección y se fueron», explica Soleto. Y a seguir viviendo.