Al menos 13 niños han sido asesinados este año por alguno de sus progenitores, los últimos los dos menores cuyos cadáveres han aparecido en un piso de Tarragona junto al de su madre.

El pasado 7 de octubre fue localizado el cadáver de una niña de 18 meses flotando en el mar, en una zona cercana a la costa en Zarautz; el padre, un marroquí de 41 años, pasó a disposición judicial imputado del presunto homicidio de la menor.

Unos días antes, apareció carbonizado un bebé dentro de un vehículo en el municipio coruñés de Paderne y el padre fue detenido y formalmente imputado por la presunta autoría de parricidio.

El 21 de septiembre, la policía encontró a un recién nacido muerto dentro de una bolsa en la cocina de una vivienda de Málaga, a la que habían acudido para asistir a una mujer, de 30 años, que había dado a luz.

También imputan a otra madre, el 24 de agosto, de la muerte de dos gemelos recién nacidos en Barcelona.

El 4 de junio un niño de cuatro años fue asesinado, junto a su madre, en el interior de la vivienda familiar, en Almería, supuestamente por el padre, que intentó suicidarse.

El 18 mayo, los Mossos d'Esquadra detuvieron a una británica, como parricida de dos de sus cuatro hijos, un bebé de 11 meses y una niña de 5 años, al parecer asfixiados, en el Hotel Miramar de Lloret de Mar.La mujer los mató por miedo a que las autoridades de Gran Bretaña le retiraran la custodia, después de que detuvieran a su pareja, Martín Anthony S., de 44 años, uno de los pederastas más buscados de Reino Unido.

El 12 abril encontraron los cadáveres de una pareja dominicana y de su hija de cuatro meses en un piso de Zaragoza. Al parecer, el hombre, de 43 años, mató con un arma blanca a su mujer, de 20 años, también dominicana, y a su hija de 4 meses y luego se suicidó.

El 2 abril encontraron el cadáver de un bebé recién nacido, envuelto en unas toallas, supuestamente asfixiado por su madre, una joven de 21 años, que había mantenido en secreto su embarazo y había dado a luz en el baño del domicilio de sus padres, donde residía junto a su pareja en Zaragoza.

Un operario de una empresa de reciclaje de Barcelona encontró el 24 de marzo, en la cinta de selección de basura, el cadáver de un bebé, arrojado tras el parto pues tenía aún el cordón umbilical.