La noche en que la ceremonia de los Globos de Oro se teñía de negro en protesta contra las agresiones sexuales, una rotativa de París imprimía una carta firmada por un centenar de intelectuales francesas que censuraban el puritanismo impuesto desde Hollywood y reivindicaban la seducción como la base de la pirámide de Maslow. El texto, publicado en el histórico periódico vespertino 'Le Monde', se convertiría en una guerra dialéctica que todavía sigue en las trincheras. Una nueva generación de actrices americanas empoderada tras haber derrotado al villano de Hollywood contra la vieja guardia europea que había luchado por la libertad sexual en el Mayo francés. "La violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista. […] Se ha producido una toma de conciencia sobre la violencia sexual ejercida contra las mujeres, era necesario, pero esta liberación de la palabra se transforma en lo contrario: se nos ordena hablar como es debido y callarnos lo que moleste", decía el manifiesto.

El texto fue tan polémico que provocó que Catherine Deneuve, abajo firmante, se viera obligada a matizar el discurso en una carta publicada en el diario 'Libération' en la que subrayaba su condición de "mujer libre" y su apoyo incondicional a todas las víctimas de "actos odiosos". Musas del cine francés como Juliette Binoche, Isabelle Huppert o Marion Cottillard cerraron filas en torno a Deneuve y suscribieron cada palabra. El texto, sobre todo, sirvió para que intelectuales europeos -hasta ese momento en silencio- juzgasen el #MeToo amparándose en la idea primigenia del texto francés y en un entorno de seguridad dialéctica.

El cineasta austríaco Michael Haneke ha sido uno de los directores más críticos con el movimiento. "Esto se ha convertido en una caza de brujas que genera un nuevo puritanismo que daña la creación. Como artista, uno empieza a estar confrontado al miedo ante esta cruzada contra cualquier forma de erotismo". El director de películas como 'Funny games' o 'Amour' cree que películas clásicas como 'El Imperio de los sentidos' no podrían filmarse hoy.

SILENCIO EN EL SECTOR CINEMATOGRÁFICO

En España, silencio. Nadie en el sector cinematográfico ha señalado a nadie como instigador de abusos y nadie ha alzado la voz para criticar el #MeToo como movimiento que pueda mermar la libertad creativa. Sin embargo, en una pequeña 'aldea' literaria sí se libra una batalla dialéctica que enfrenta a la vieja guardia de de columnistas defensores de la virilidad clásica contra la nueva savia feminista detractora de ese lenguaje arcaico y desfasado. El periodista Íñigo F. Lomana los bautizó como los 'cipotudos' y Arturo Pérez Reverte y Javier Marías lideran la clasificación. Pero no deja de ser un constructivo -y antagónico- debate dialéctico.