En la puerta hay pintada una N, pues es la primera letra de la palabra nasrani (cristiano, en árabe). Si es de color rojo significa que los habitantes están aún dentro, si es negra, que han huido. Sucede actualmente en Mosul, en el norte de Irak, una ciudad ocupada por el Estado Islámico (EI) desde junio, que ha declarado un nuevo Califato que pretende incorporar a su territorio no solo el norte de Siria e Irak (unos 15 millones de habitantes), sino también todo el mundo árabe e incluso a España y, se ignora por qué razón histórica, incluso a Roma. En Mosul había 50.000 cristianos, pero tras la llegada del nuevo califa Abu Bakr Al Baghdadi, quedaron apenas diez familias que acaban de irse. Siglos de convivencia entre comunidades se han ido a pique.

Ellos forman parte de los mil millones de personas que no gozan de libertad religiosa, según el último informe del Pew Research Center's Forum on Religion and Public Life de Washington. Monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la ONU, afirma que entre el 2003 y el 2010 los ataques contra cristianos en África han aumentado un 309%. Además, según un informe del centro David Barret (EEUU), "en el 2012 fueron asesinados por su fe 105.000 cristianos, aproximadamente uno cada cinco minutos". En el documento se estima que entre el 15% y el 20% perdieron la vida a manos de islamistas mientras que otro 50% por conflictos entre tribus. "Actualmente hay más persecuciones que en los primeros siglos después de Cristo", explica el cardenal suizo Kurt Koch.

"El 75 % de la población mundial todavía vive en países en los que no se respeta la libertad religiosa", dijo el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, al presentar el Informe Internacional sobre la Libertad Religiosa que compila anualmente el Departamento de Estado. Massimo Introvigne, sociólogo y coordinador del Observatorio Italiano sobre Libertad Religiosa, explica que las áreas de riesgo son tres: los países con un fundamentalismo islámico fuerte, como Nigeria, Somalia, Mali, Pakistán y parte de Egipto; los países con regímenes totalitarios comunistas, como Corea del Norte y, en un nivel intermedio, los países que identifican la identidad nacional con una religión concreta.

ATAQUES EN PAKISTÁN Pero la persecución afecta a todas las confesiones. El pasado 27 de julio en Gujranwala, a 100 kilómetros de Lahore (Pakistán), Aqib Salim, un adolescente ahmadí --minoría al que una ley de 1974 no considera musulmana-- colgó en Facebook una foto un tanto deshinibida con un fondo de La Meca. Otro adolescente, musulmán suní, la vio y se lio a puñetazos con Aqib. Los transeúntes se sumaron a la reyerta y, al conocer el motivo, quemaron la casa del adolescente, causando la muerte de su madre y dos hermanas de siete y un año.

Mientras, en Sri Lanka los budistas arremeten contra todas las otras minorías religiosas y en la India y Bangladés los musulmanes queman los templos de los hindús. En la ciudad siria de Homs, de los 160.000 mil cristianos que había solo resisten 1.000. Las violencias religiosas en la República Centroafricana han desplazado a más de un millón de personas. En el año 2013, 12.000 musulmanes tuvieron que huir de una sola ciudad en Birmania.

La actividad de Boko Haram en Nigeria está provocando traslados masivos de poblaciones, a pesar de que se trata de un grupo islámico extremista de poco más de 1.000 personas, según el episcopado católico local. La mayoría de los inmigrantes que llegan a Italia, vía Libia, proceden de Eritrea.

Frente a esto, el papa Francisco ha dicho: "Las leyes estatales e internacionales deben reconocer, garantizar y proteger la libertad religiosa, que es un derecho intrínsecamente inherente a la naturaleza humana, a su dignidad de ser libre y una de las fuentes principales de legitimidad del Estado". "No nos olvidéis", ruega desde Irak el patriarca de los cristianos caldeos, Louis Raphael Sako. Más directo es el patriarca siro-católico de Mosul, Ignace Joseph III Yunan, a quien el Estado Islámico ha quemado la casa y la biblioteca con sus manuscritos milenarios: "Es una vergüenza para la comunidad internacional".