El reguero de denuncias ha sido tan largo como inútil. Ana María Fábregas Escudé, la mujer de 52 años asesinada a martillazos por su pareja el martes en Barcelona, había denunciado hasta 20 veces al hombre que acabaría matándola. Fuentes judiciales explicaron ayer que las causas abiertas están repartidas por 15 juzgados de Barcelona. Hace dos semanas, el Juzgado de lo Penal número 4 condenó al homicida, Pedro Martínez Bustos, de 49 años, a una multa por quebrantar la orden de alejamiento dictada el pasado enero. El martes volvió a quebrantarla. Esta vez, la mató.

Pedro y Ana María, ambos alcohólicos, se conocieron en un centro de salud mental donde seguían una terapia de desintoxicación. "Se lo trajo a casa porque a él lo había dejado su mujer", explicaba ayer Rafaela Serrano, una vecina de 67 años, que había seguido las vicisitudes de la víctima desde que era adolescente. La calma duró muy poco.

DEPENDENCIA EMOCIONAL La primera denuncia data del 2001 y las últimas, la mayoría de ellas, de este año. Sin ir más lejos, el pasado 3 de junio Pedro Martínez declaró en el Juzgado de Instrucción número 3 de Barcelona por haber pegado a Ana María. Fuentes judiciales también dejaron constancia de que la denunciante "perdonaba" al agresor.

"Mientras estaba vigente la orden de alejamiento, fue ella misma la que nos contó que se seguían viendo y manteniendo relaciones", explicó ayer una funcionaria. La actitud de esta mujer es habitual en víctimas de violencia doméstica, afectadas de una dependencia emocional y económica que las lleva a confiar en que sus agresores cambiarán.

Una funcionaria judicial se quedó ayer estupefacta al ver que la mujer asesinada era la misma que meses antes, en el juicio contra su pareja por quebrantar la orden de alejamiento, le había dicho: "Este hombre me matará".