El distrito barcelonés de Nou Barris vivió ayer un sábado trágico. Una madre, de 34 años, mató a sus dos hijos de corta edad (uno de dos años y otro de ocho meses) ahogándoles en la bañera del domicilio familiar, en la Vía Julia. Tras llamar a la policía y reconocer el crimen, la joven intentó suicidarse arrojándose desde la azotea del edificio, pero sobrevivió a la caída y se encuentra ingresada, y detenida, en el Hospital de Vall d´Hebron de Barcelona con varias fracturas. Su vida no corre peligro.

Una portavoz del Cuerpo Nacional de Policía explicó que a las 10.10 horas de ayer el 091 recibió la llamada de una mujer: "Acabo de matar a mis hijos y voy a suicidarme", dijo la mujer, quien además facilitó la dirección del domicilio.

Una patrulla de los Mossos d´Esquadra, que estaban cerca del lugar, fue la primera en llegar. Tras arrojarse desde la azotea, María Rosa M. A. cayó en el patio interior del piso de sus padres (viven en el entresuelo, mientras que la familia de la hija habita un piso por encima). La primera en atender a la suicida frustrada fue una tía suya, que se encontraba con los padres. La madre de la agresora dio a la pareja de mossos una copia de la llave del domicilio para acceder al lugar del crimen.

Al entrar en el piso, los agentes se encontraron a los pequeños, Iván y Víctor, muertos en la bañera. El primero vestía un pantalón y una camiseta, mientras que el menor llevaba un body de bebé.

AYUDA PSICOLOGICA La homicida, que estaba consciente, espetó a los mossos : "Quiero morirme y he matado a los niños porque no quiero dejar cargas a mi familia. He aprovechado que mi marido estaba fuera, porque si no nunca lo hubiese hecho". Los dos agentes necesitaron ayuda psicológica por el impacto que les supuso ver a los pequeños en la bañera y la confesión de la madre.

A falta de conocer los resultados de la autopsia, la causa del fallecimiento de los niños es, según los investigadores, "asfixia por inmersión". Fuentes policiales explicaron que la mujer despertó a los pequeños, les vistió, les dio de desayunar, y después les ahogó en la bañera. El grupo de homicidios de la Policía de Barcelona tomó ayer declaración a familiares y vecinos para buscar explicación a esta conducta.

CARTA MANUSCRITA Quien no pudo declarar por encontrarse destrozado por lo sucedido fue Felipe L. A., compañero sentimental de María Rosa (separada de un primer marido) y padre de los dos niños. En el momento del suceso, el hombre se encontraba con su hermano en Gerona comprando materiales de construcción, según los investigadores. Sí que declaró su hermano, que explicó a la policía que Felipe le había comentado recientemente que su mujer "estaba últimamente un poco deprimida", pero descartó que su cuñada recibiese ningún tratamiento psicológico.

Los investigadores encontraron en el piso una carta manuscrita de la presunta homicida, pero no aporta datos relevantes porque se refiere al alquiler de un piso, según fuentes policiales. La familia vivía en el 1º 4 del número 56 de la Vía Julia y eran vecinos del barrio desde hacía muchos años.

El titular del Juzgado de Primera Instancia número 7, encargado del caso, ordenó el levantamiento de los cadáveres, poco después de la una de la tarde. Minutos antes, los dos abuelos maternos de las víctimas abandonaron el edificio, visiblemente afectados y acompañados por personal médico. Ambos fueron trasladados al Hospital del Vall d´Hebron con crisis de ansiedad. El abuelo, enfermo de asma, necesitó de respiración asistida.

OPERADA DE UNA PIERNA La joven homicida también está en este hospital con un traumatismo cranoencefálico y una pierna destrozada. Ayer la operaron y se espera que pueda prestar declaración en las próximas horas. La mujer trabaja como costurera. Según la policía, tiene antecedentes por robo y resistencia de cuando era una adolescente.

Aparentemente, y según el relato de vecinos y amigos de la familia, el matrimonio no atravesaba por dificultades especialmente graves. "Soy amiga de toda la vida de la abuela, nos vemos con frecuencia y nos contamos todo sobre los hijos. Si tuviesen problemas, creo que me lo habría contado", aseguró Alicia, conmocionada aún por lo sucedido. "No me explico qué ha podido pasar. Rosa adoraba a sus niños", añadió.

El sentimiento de incredulidad por lo sucedido fue el más extendido entre los conocidos de la familia afectada. Isabel, una antigua compañera de colegio de Rosa, manifestó: "La vi el jueves en la guardería y después en el parque. Jugaba con los pequeños y estaba feliz".

Maribel Soler también estaba muy afectada por el suceso. Tiene una carnicería en la calle de Almansa, cerca del lugar del crimen. Rosa fue su última clienta, el viernes. "Vino con uno de los niños y compró carne para toda la semana, como siempre. Incluso comentó que tenía previsto pasar el día fuera y disfrutar con los niños. El marido también ha venido alguna vez y los dos son gente buena".