No hay protocolo que resiste las ansias de un niño por abrazar a una madre. Así lo constataron los asistentes al acto de bienvenida de la 114 Compañía de la Guardia Nacional que tuvo lgar en la Chisholm (Minesota).

Los soldados, recién llegados tras pasar nueve meses en Afganistán, estaban en estricta formación militar cuando, de repente, un crío de tres años salió corriendo de entre el público y se arrojó en los brazos de la soldado Kathryn Waldvogel, su madre.

El resto de compañeros de la mujer no pudieron disimular las sonrisas que les produjo la emocionante espera. Aunque, eso sí, siguieron en formación a la espera de que se les ordenara romper filas.

"Deseaba abrazarle y tenerle en mis brazos. Solo podía pensar en eso", ha dicho su madre recordando el abrazo de su hijo Cooper Waldvogel. En teoría, a los soldados de esa compañía el sargento les había dado órdenes de no saludar a la familia dentro del pabellón, ya que eso podía hacer que la ceremonia durara mucho. Un fotógrafo grabó el instante y lo colgó en su perfil de Facebook.

Precedente con su padre

El pequeño es ya todo un especialista en romper el protocolo militar. Ya lo hizo cuando su padre, Adam Waldvogel, regresó a casa tras servir durante varios meses también en Afganistán.