La orilla sur del Mediterráneo lanza a miles de personas en embarcaciones que naufragan o son salvadas de un trágico final in extremis en su intento de alcanzar la orilla norte, en Europa. En los últimos días, las cifras se han disparado. Más de 13.000 personas han intentado llegar a Italia en la última semana jugándose la vida en el mar. Dos naufragios trágicos, con 400 y más de 700 desaparecidos respectivamente, en este tiempo han puesto de nuevo todas las miradas en un drama que no cesa.

Mihreiteiab y Goitom, de 23 y 26 años, llevan dos días en la isla italiana de Lampedusa, situada entre Sicilia y las costas de Túnez y Libia. Son de Adi Keyh, una pequeña ciudad eritrea. Ninguno de los dos sabe nadar, pero vieron el mar como su única vía para escapar de Eritrea, un país que está entre los primeros en cuanto a violaciones de los derechos humanos.

Mihreiteiab se libró de milagro de una muerte probable. Salió de las costas de Libia en una pequeña embarcación en la que iba hacinado junto a otras 75 personas, la mayoría hombres, pero también mujeres y niños. Su barco hizo agua, pero los helicópteros de la Guardia Costera italiana los divisaron a tiempo y fueron rescatados cuando el agua les empezaba a llegar a los tobillos.

ANDANDO Y EN TRACTOR

Venían de un largo y duro periplo. "Salimos de Eritrea hasta Etiopía andando. Luego, de allí hasta Sudán en tractor. Después en camioneta hasta Libia. Allí estuvimos en un hangar donde se produjo una explosión de gas y murieron seis personas", explica Mihreiteiab a este diario en el puerto de Lampedusa, una estampa de barcos pintorescos.

Mihreiteiab y Goitom pagaron 7.000 dólares (6.500 euros) por su odisea a los traficantes que los pasaron de un país a otro. Lo más costosos, dicen, fue el viaje en barco y el lugar donde peor lo pasaron, Libia. "Es una locura, un país sin control. Los que nos llevaban tomaban drogas y nos maltrataban como si fuéramos burros, no personas", relata Goitom, que estudió Comunicación en la universidad y habla un inglés impecable.

Los 7.000 dólares los recolectaron entre toda su familia y los tienen que devolver. Esperan poder hacerlo cuando encuentren un trabajo en algún lugar de Europa. Viven en un centro de acogida en Lampedusa donde les dan ropa y alimentos. "Los italianos nos tratan muy bien, pero Europa no actúa como debería. No sé a cuántos hermanos y hermanas nuestros más van a dejar morir", indica Goitom.

Él y sus compañeros de viaje sabían que se jugaban la vida intentando llegar a Europa, pero tenían un sueño y aún confían en que se haga realidad. "Si hemos conseguido llegar aquí vivos, lo demás es pan comido", asegura Mihreiteiab.

"Tenemos amigos en Alemania que nos llamaron y nos animaron a venir", explica Goitom, que demuestra estar muy bien informado de lo que ocurre en Europa. Para decir posteriormente: "Por favor, explica lo que nos ocurre, es muy importante para intentar que Europa reaccione".

DOS BARCOS MÁS A LA DERIVA

Dos barcos más repletos pidieron ayer socorro a Italia y Malta para que los rescataran. Uno --una embarcación hinchable-- llevaba entre 100 y 150 personas. El otro era un barco con alrededor de 300, según explicó el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que habló de "crisis humana" ante la llegada masiva de seres humanos que sueñan "con un futuro mejor".

El ministro de Exteriores italiano, Paolo Gentiloni, dijo que este año podrían llegar a territorio italiano unos 250.000 inmigrantes --en el año 2014 fueron 166.000-- y la agencia europea Frontex asegura que en las costas de Libia hay un millón de personas esperando cruzar el mar y alejarse de la guerra o la pobreza. En lo que va de este año 2015 ya han perdido la vida 1.650 inmigrantes en el Canal de Sicilia.

"Italia se está llevando un peso muy grande en este tema y Lampedusa está empezando a ver su economía afectada por la llegada masiva de inmigrantes, pero ellos no tienen la culpa", comenta Emmanuel, propietario de unos apartamentos turísticos en el mismo centro de Lampedusa, una localidad que vive del turismo y la pesca y que empieza a sufrir cancelaciones de reservas.