Paco Navarro Coma se ha estrenado este septiembre como director del instituto Abat Oliba de Ripoll teniendo que hacer frente a una crisis de primera magnitud, inédita hasta ahora en la escuela catalana. Le ha tocado ni más ni menos que explicar al casi un millar de alumnos que tiene el instituto (y a sus familias y a sus profesores) lo ocurrido el pasado 17 de agosto en los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils. Varios de los autores de los ataques, algunos aún menores de edad y alumnos del instituto, habían sido estudiantes suyos. "Eran uno más de nosotros, chicos normales, chicos de los nuestros", recuerda con dolor.

"Dos meses después seguimos sin ser capaces de encontrar una explicación a lo ocurrido y creo que, desafortunadamente, nunca llegaremos a encontrarla", reflexiona el docente, que da clases de Historia del Arte. "Es algo que escapa a todos los parámetros de lo que puede ser explicado, algo incluso irracional -prosigue Navarro Coma-, porque estamos hablando de unos jóvenes que decidieron de forma voluntaria perder la vida... y matar".

En su despacho del instituto, el director atiende a EL PERIÓDICO y se debate entre esa incapacidad para comprender lo ocurrido y "el fortísimo impacto que la noticia causó en la comunidad educativa". "Yo estaba de vacaciones, en Asturias, habíamos tenido un mes de julio intenso, porque como somos un equipo directivo nuevo, nos tocó trabajar muchas horas para dejarlo todo preparado para septiembre... El caso es que cuando me enteré de lo que había pasado y de que había chicos nuestros, cogí el coche y me volví inmediatamente a Ripoll", rememora.

"Cuando pasa algo tan brutal como eso, no se puede odiar. Hubo incomprensión, decepción y, sobre todo, hubo preguntas, muchas preguntas", agrega. "Al menos así me sentí yo y así me lo expresaron la gran mayoría de las personas con las que hablé esos días", certifica. La conclusión a la que ha llegado Navarro Coma es que la reacción tranquila que tuvo la localidad "no es más que el fruto de tantos y tantos años trabajando en las escuelas del pueblo por la integración, la convivencia, la tolerancia y el respeto".

NI UN SOLO BROTE DE VIOLENCIA

Así que, cuando la gente supo que los hermanos Oukabir, los Hychami, los Aalla y los Abouyaaqoub habían sido partícipes de los atentados, en Ripoll no hubo ni un solo brote de violencia. "Al revés: ha habido momentos de mucha emotividad, muchos abrazos y mucho sentimiento compartido". "Porque el odio -continúa- no aparece de golpe y aquí ha habido siempre muy buena convivencia", señala el director, que no sabe qué habría pasado, si por el contrario se hubieran alimentado los guetos y la segregación, como ha ocurrido en otras ciudades.

No habían pasado más que unos días después de los ataques, cuando el director del instituto, junto con los de los colegios de primaria del pueblo, empezó a preparar la vuelta al cole más difícil. "Hicimos, con los profesores que quisieron participar, sesiones de gestión del duelo y el psicólogo que nos atendió en seguida se dio cuenta de que estaba ante una situación completamente nueva, de una violencia gratuita que no cabía en ningún razonamiento lógico", indica Navarro Coma, que insiste en remarcar lo agradecido que está por el apoyo recibido desde la Conselleria d'Ensenyament. "Lo que pasó aquí era tan imprevisible, tan nuevo, que no existen aún protocolos para poder detectarlo", afirma.