Rosa Peral entró ayer en la sala 319 de la Ciudad de la Justicia de Barcelona, en la que se celebró el juicio por la pornovenganza que sufrió -presumiblemente- por parte de un subinspector de la Guardia Urbana de Barcelona el 23 de febrero del 2008, vestida de negro. Bailarinas, pantalones de pinza, jersey y fular. Incluso la goma del cabello era negra.

Entró esposada. Lleva casi medio año en prisión preventiva. Rosa también es el centro del triángulo sexual que estalló en el crimen de los urbanos. El cuerpo de su pareja -otro guardia urbano- apareció carbonizado en un coche y ella y su amante -otro municipal- fueron arrestados por su asesinato. Esta condición de presunta homicida estaba presente en la sala, aunque no tuviera nada que ver con un proceso en el que ella compareció como víctima y por hechos que ocurrieron nueve años antes. Le quitaron las esposas y se sentó, tal vez por azar, justo delante de su padre, presente en la sala. Él estaba tan cerca que podía acariciar la espalda a su hija si se derrumbaba. Y así fue.

El juicio comenzó con la declaración del acusado, Óscar S., un subinspector que entre finales del 2007 y comienzos del 2008 mantuvo una relación «sexual» con Rosa, quien entonces, con 23 años, ya salía con el que terminaría siendo el padre de sus dos hijas. Para el acusado, entonces cabo en la comisaría de Ciutat Vella, precisamente porque ella ya tenía uno, él nunca fue su «novio». Entre Rosa y él solo había sexo.

Óscar explicó que, durante aquellos encuentros con Rosa, se tomaron fotos en varias ocasiones. Deslizó también que creía que para ella eso era algo frecuente y que se había retratado junto a otros amantes. La relación se rompió el 23 de febrero del 2008, cuando -supuestamente- una de esas fotos, en la que aparecía Rosa practicando una felación, fue enviada desde la cuenta de correos de Hotmail de la mujer a todos los contactos de ella. El policía negó ayer tajantemente que él fuera el responsable del envío del correo. Porque ni siquiera tenía la contraseña del Hotmail de Rosa. Además, subrayó, la foto divulgada en realidad no le concierne: «No reconozco ese pene como el mío», declaró.

AGRESIVIDAD DEL ABOGADO

El abogado de Óscar sorprendió por su agresividad interrogando a Rosa Peral, que terminó llorando en la sala. La jueza le ofreció interrumpir la sesión pero la mujer quiso proseguir sin requerir la pausa. La versión de Rosa fue que no eran solo amantes, sino que durante las Navidades del 2007-2008 estaban a un paso de «afianzar la relación». A finales de febrero del 2008, no obstante, la relación sentimental seguía sin afianzarse.

Rosa relató que cree que Óscar llevó a cabo la pornovenganza para que todos se apartaran de ella. Para que la vieran «como una puta». El hipotético plan funcionó porque comenzó a sentir que dentro del cuerpo sus compañeros la miraban y comentaban: «Es ella, la chica de la foto». El calvario que asegura que vivió requirió incluso una atención psicológica que recibió «en secreto».

Según su versión, Óscar tomó la fotografía con su cámara digital, entró en su correo de Hotmail -tenía la contraseña porque ella se la dio-y pulsó enviar a todos. El pene que aparece en la imagen, además, es el de Óscar porque tiene una cicatriz «particular» que permitiría contrastarlo.