Casi 2.000 posibles casos de acoso escolar detectó el teléfono del Ministerio de Educación contra el bullying (900 018 018) desde que se puso en marcha hace dos meses. Cada nuevo dato como este, cada caso grave que emerge, como el suicidio este martes de la pequeña Lucía en Murcia, confirma la amplitud creciente de esta lacra y las dificultades para abordarla. Aunque la niña de 13 años había dado una señal tan evidente como una carta de despedida, el caso había sido denunciado y supuestamente se aplicaron los protocolos, nada evitó el desenlace fatal.

El ministro Íñigo Méndez de Vigo se comprometió en enero del año pasado a activar un teléfono único al que podría llamar cualquiera que supiera de un caso de acoso en las aulas, ya fuera víctima, familiar o compañero. Lo hizo tras la conmoción causada por la difusión de la carta de suicidio de Diego, el niño de 11 años de Leganés que se arrojó por la ventana del quinto piso de su casa.

El teléfono debía haber estado operativo en julio, pero problemas con la licitación lo retrasaron al 1 de noviembre. Si alguien tenía dudas sobre la necesidad de su existencia, los datos los han despejado. Solo hasta el 31 de diciembre se habían recibido 5.552 llamadas, de las que se han derivado 1.995 casos en estudio. El servicio funciona todos los días del año, las 24 horas del día y no deja señal en la factura telefónica.

ALERTA DE LA FUNDACIÓN ANAR

Hasta ahora el único teléfono de ámbito estatal disponible era el de la Fundación ANAR (900 202 010) y sus registros ya habían crecido exponencialmente. Si en el 2014 las llamadas permitieron actuar en 328 casos confirmados, al año siguiente la cifra se disparó a 573 (+75%). El balance del 2016 está en fase de elaboración, pero la subdirectora, Diana Díaz, prevé otro «fuerte repunte». Ni el teléfono ministerial parece quitarles trabajo. «Seguimos recibiendo llamadas todos los días».

La tesis de ANAR es que se dan dos fenómenos al mismo tiempo: se denuncia más por la creciente sensibilización, pero también ocurren más casos, en parte debido a la eclosión del cyberbullying. Estas multiplican los casos, pero sobre todo los agravan. «El acoso es presencial, pero el móvil e internet lo prolongan fuera de la escuela, lo hacen más intenso y más grave», explica Díaz. En uno de cada cuatro casos llevados por ANAR se da el componente de internet.

Con todo, el número de casos denunciados se queda muy pequeño respecto a la realidad de la aulas. El informe de Save the Children Yo a esto no juego revelaba que un 10% de los estudiantes afirma sufrir acoso, un 60% reconoce haber recibido insultos y casi un 30% agresiones físicas. Estimaciones más conservadoras del ministerio situaban los alumnos acosados en el 4%. Aún así, la cifra sería enorme. Casi 200.000 alumnos de primaria y ESO podrían estar sufriendo.

La proliferación de iniciativas de colegios y de organizaciones e instituciones no parece suficiente. En Aragón, el teléfono 900 100 456 puesto en marcha en mayo del 2016 ha recibido 400 llamadas hasta finales de año, de las que se han identificado al menos 40 como casos de acoso escolar.

Andrés Conde, director general de Save the Children, recordaba que todos los partidos incluyeron en sus programas electorales «la aprobación de una ley contra la violencia infantil», y reclamó su puesta en marcha «urgente».

COSAS DE NIÑOS

Un compañero de clase de Lucía confesaba en Antena 3 que se habían equivocado al considerar poco importantes las «bromas» que le hacían. Lo más grave es que la primera respuesta de la dirección del colegio cuando el problema afloró fue en el mismo sentido. «Son cosas de niños», respondieron, como en otros miles de casos. Uno de los problemas que explican el fracaso de los protocolos una vez se ha presentado la denuncia es que «o bien el centro no le da importancia o que después de la primera intervención no se hace un seguimiento adecuado», explican.

Otra de las dificultades añadidas es que en el 90% de lo casos el maltrato es psicológico, mucho más difícil de detectar que el físico y que puede ser más grave, con «consecuencias que van desde falta de autoestima, depresión, a riesgo muy alto de suicidio», según el psicólogo Óscar Cortijo, coautor del libro Cómo prevenir el acoso escolar.