"La información sobre el Sínodo de la Familia está siendo manipulada", denuncia un cardenal. "La indisolubilidad del matrimonio fue establecida por Cristo", rebate otro. "Aquí no se habla nunca de pecado", lamenta un tercero, en alusión a las parejas de hecho y las bodas homosexuales. "Los divorciados no pueden ser aceptados para la comunión y los homosexuales pueden ser tomados en consideración, pero solo si no mantienen relaciones sexuales", añade un obispo. "El informe sobre los debates a puerta cerrada no refleja lo dicho", subraya otro. El sexto, un octogenario considerado progresista y cercano al Papa, recuerda que "la Iglesia debe dar su opinión, pero no puede imponerse a las decisiones de los estados".

"Expresaros de una manera abierta y clara, con toda libertad", había dicho el Papa a los casi 250 obispos de todo el mundo al empezar en Roma un encuentro que hoy pondrá fin a un debate de 15 días sobre las cuestiones que atañen a las familias modernas, como el divorcio, los anticonceptivos, las bodas homosexuales, las parejas de hecho y, obviamente, el matrimonio católico. Y los obispos y cardenales le han tomado la palabra, en privado pero también en las páginas de los diarios y los programas de radio.

SIN PELOS EN LA LENGUA Lo que en el Vaticano algunos llaman "dialéctica normal", pero que en lenguaje civil se traduciría como hablar sin pelos en la lengua y echarse los trastos a la cabeza, es lo que ha caracterizado en el sínodo el pulso entre quienes, frente a las sociedades modernas, insisten en volver a proponer la consabida doctrina católica sobre la familia y los que abogan por tomar "decisiones de coraje".

El próximo año se celebrará en Roma un sínodo ordinario sobre la familia, convocado por el dimitido Benedicto XVI, pero el papa Francisco quiso que fuese precedido por otro, extraordinario, dedicado a la situación real de las familias actuales. Incluso envió un cuestionario para conocer de primera mano lo que vive en el mundo la base católica.

Al final de la primera semana de debate, el lunes, la prensa mundial se hizo eco de la "nueva mirada" de la cúpula católica sobre el divorcio, los gais, las adopciones y los anticonceptivos, y cuando algunas de sus eminencias leyeron las crónicas saltaron de la silla y reaccionaron. ¿Cómo podían aceptar, como afirmaba el resumen del debate, que "los homosexuales tienen dotes y cualidades que ofrecer a la comunidad cristiana"? O que, si los curas reducidos al estado de laicos pueden comulgar, ¿por qué no pueden hacerlo los divorciados? Lo que civilmente se llamaría desmadre llegó a su punto más álgido cuando algún padre sinodal tachó la encíclica del papa Francisco El gozo del Evangelio como "algo que habría podido escribir un campesino" y otro puso en duda su elección.

ACOGIDA Y PERDÓN El Papa, que conoce cómo se cocinan los platos en el Vaticano, se había preparado para una áspera confrontación, colocando en los puestos de mando de la asamblea sinodal a personas que comparten su línea, para acentuar que paralelamente a la doctrina de siempre la esencia del mensaje cristiano es de "acogida, perdón y misericordia".

Tras una segunda semana en la que los obispos han debatido el texto del primer borrador por grupos lingüísticos se han presentado 700 enmiendas, que se incorporarán al documento que hoy será votado y publicado y servirá como base de discusión en el sínodo del 2015.