El Instituto Geológico de Cataluña y el Observatorio del Ebro han detectado desde el pasado lunes un incremento notable de la actividad sísmica, aunque en magnitudes como máximo de 2,8 grados en la escala de Richter, a unos 20 kilómetros mar adentro frente a la costa del delta del Ebro. Los sismógrafos de ambas instituciones registran una media de una quincena de microseísmos diarios, más de 70 en total, cuyo epicentro está situado en la zona donde están en marcha los trabajos del almacén subterráneo de gas Castor. Estos días ha empezado la tercera fase de inyección del llamado gas colchón bajo el fondo marino, una operación probablemente relacionada con la serie de movimientos sísmicos, tal como admite la empresa gestora del almacén, Escal UGS.

Fuentes de la compañía aseguran que "se trata de temblores de magnitudes que están dentro de la normalidad, no perceptibles por la población, y que ya estaban previstos en esta fase de la puesta en funcionamiento del almacén". Las mismas fuentes indican que la inyección de gas colchón (el volumen de gas mínimo necesario para poder operar con el gas comercializable a la presión correcta) va a proseguir como mínimo hasta finales de año.

NADA HABITUAL Xavier Goula, responsable de Sismología del Instituto Geológico de Cataluña, afirma que "la secuencia, que alcanza una actividad de más de 70 seísmos desde el pasado día 9, no es nada habitual". "En Cataluña --prosigue-- pueden darse series repetidas, pero siempre como réplicas de un terremoto mayor". Goula considera que la explicación "podría estar efectivamente relacionada con la inyección de gas bajo el suelo marino, un fenómeno que ya es conocido por otras experiencias".

En el mismo sentido, Estefania Blanch, responsable de la sección de Sismología del Observatorio del Ebro, sostiene que "esta sismicidad inducida ya se esperaba y puede responder a los cambios y asentamientos del terreno que se van produciendo al inyectar el gas, ocasionados por la variación de presiones".

El seísmo más destacado se registró a las 8.36 de la mañana del pasado viernes, a una profundidad de 18 kilómetros, con una magnitud de 2,8 grados, según el Instituto Geológico. Se trata de movimientos imperceptibles por la población. "Empiezan a notarse a partir de 4 grados", apunta Blanch. El segundo mayor de la serie fue de 2,7 grados, el martes, y el día con una actividad sísmica más intensa, el jueves, con 21 microseísmos, según el Instituto Geológico.

Algunos ayuntamientos de la costa, como el de Vinaroz, desde donde el almacén capta y suministrará el gas, han solicitado información sobre el fenómeno, y diputados de Esquerra Unida del País Valenciano piden a la Generalitat Valenciana que investigue los posibles efectos sobre el ecosistema marino.