La jornada de ayer en el canal de Sicilia acabó con 40 inmigrantes desaparecidos, cuatro fallecidos, 369 personas salvadas de morir ahogadas y tres capitanes de embarcación detenidos. El Ministerio del Interior solicitó a los delegados del Gobierno 9.000 nuevas plazas de acogida, después de las 6.500 pedidas hace ya dos semanas atrás. La información fue relatada por los 194 supervivientes desembarcados en Catania. Según la reconstrucción de los hechos, desde Libia zarparon dos barcazas con 197 y 105 personas.

Los de la segunda se salvaron todas, mientras que en la primera se produjo una explosión que provocó el naufragio del fueraborda. Todos sus ocupantes cayeron al mar y una cuarentena de ellos murieron ahogados. La fiscalía de Catania abrió un sumario sobre el caso, que deberá ser verificado oficialmente con los supervivientes. Los supervivientes han explicado que en Libia fueron obligados a subir a las barcazas a golpes de látigo y que la mayoría de ellos, procedentes del África subsahariana, no habían visto nunca el mar Mediterráneo. Además de las lanchas costeras de la Armada italiana, en los salvamentos de este principio de semana colaboraron una nave con centro de urgencias de Médicos sin Fronteras y la nave Phoenix, de la sociedad maltesa Moas de Regina y Christopher Catrambone. Son una familia de empresarios que hace dos años, al ver las imágenes del naufragio frente a Lampedusa en el que murieron 366 inmigrantes, decidieron cambiar su vida, dedicándose a salvar a sin papeles con aportaciones particulares. Tal vez una lección para una UE que, frente a los 850 muertos de abril, se ha limitado a doblar el presupuesto, pero solo para hacer una vigilancia de fronteras que no parece surtir efecto.