Cuando los Mossos d’Esquadra arrestaron a Fernando Blanco también registraron su domicilio de Organyà (Lérida). Los investigadores encontraron 1.845 euros en efectivo, 32 relojes de gama alta valorados en 50.000 euros, una estilográfica y un poco de marihuana. Se llevaron asimismo un ordenador, tres tabletas electrónicas, tres discos duros, 13 pendrives y siete tarjetas de memoria.

La detención de Blanco llegó poco después la de su mujer, Marga Garau. A los dos el juez los procesó porque sospecha que se enriquecieron gracias a su hija Nadia, de 11 años. Llevaban mucho tiempo -9 años- paseándola por platós de televisión pidiendo dinero a los espectadores para que les ayudaran a retrasar la muerte prematura que inevitablemente, decían, esperaba a su hija, aquejada de una enfermedad incurable. Pero todo el capital acumulado -casi un millón de euros- gracias a donaciones provenientes de ciudadanos que se apiadaron de Nadia, se lo quedaron los dos adultos. Nunca invirtieron en el tratamiento de su hija.

Este parecía el capítulo final de un engaño monumental basado en la explotación comercial de la desgracia que había atrapado a su hija. Parecía el capítulo final pero no lo era. Hace algunos días otra realidad incluso más cruda que la anterior sobresaltó a los agentes de la Unidad Territorial de Investigación del Pirieno Occidental de los Mossos d’Esquadra.

Al analizar el material informático requisado en la casa de Organyà comenzaron a aparecer fotografías que alarmaron a los investigadores catalanes. En estas se veía a la pequeña desnuda y en actitudes «de carácter sexual», según aclaran fuentes cercanas al caso. Los policías informaron enseguida al juez de la Seu d’Urgell (Lleida) que instruye esta causa.

Tras observar el contenido de estas imágenes, el magistrado ha resuelto este martes citar sin más dilación a Fernando Blanco y a Marga Garau para interrogarlos al respecto. Primero quiere hablar con ella. Una hora después, a las 11.00 horas del viernes, quiere ver al padre.

PORNOGRAFÍA INFANTIL

Para el juez el contenido de estas imágenes descubiertas por los Mossos apunta necesariamente a la comisión de delitos de «elaboración y tenencia de pornografía infantil, así como de exhibicionismo y provocación sexual». El magistrado, en su resolución, aclara que no se trata de una sospecha sino que los archivos aportados por los Mossos suponen la «constancia y evidencia de claros indicios objetivados de participación de la persona investigada (el padre) en la comisión de los referidos delitos de provocación sexual y explotación sexual».

Para que penalmente una imagen se considere pornografía infantil resulta necesario que en esta el menor vulnerado se exhiba de una forma explícita o insinuante. Según ha podido saber este diario, si los Mossos y el juez no tienen dudas acerca de la gravedad de los hechos es porque las fotos de Nadia inequívocamente atentan contra su integridad.

Ni el juez ni los investigadores dudan tampoco de que el responsable de estas imágenes es el propio Fernando Blanco. Entre otras cosas porque aparece en algunas de ellas. Esto no significa que el padre mantenga un contacto sexual con la menor. Si esto ocurriera, el juez se estaría refiriendo a un delito de abusos. El magistrado, no obstante, sí habla de «explotación sexual», una expresión que remite obligatoriamente a que Blanco trataba de conseguir algún tipo de beneficio al retratar de este modo a su hija menor edad.

Hasta ahora la investigación había logrado pruebas de que los padres de Nadia habían utilizado la enfermedad rara de la niña para amasar una pequeña fortuna a partir de las donaciones solidarias conseguidas por la exhibición del caso en algunos medios de comunicación. Ahora debe añadirse a esta trama la sospecha de que Blanco iba más allá y, para lucrarse, también podría haber sido capaz de elaborar material pornográfico infantil con Nadia de protagonista.