Shaina Machlus empieza por el principio, poniendo contexto. «Estados Unidos tiene muchas cosas malas; muchas; pero, sobre consentimiento, se habla mucho. Hay mucho material, artículos… Me sorprendió mucho que aquí, en español, no hubiera nada», explica Machlus, escritora, profesora de inglés y joven norteamericana afincada en Barcelona desde hace unos años. Acabar con ese vacío fue uno de los motivos por los que decidió crear el fancín La palabra más sexy es... ¡sí!, la primera guía sobre consentimiento sexual en castellano, que la escritora sueña con que llegue a todos los institutos y familias del país. Poner su particular -o uno de ellos- grano de arena en la guerra contra la cultura de la violación, y su apuesta personal por la necesidad de ir más allá del no es no en el que las campañas públicas antiviolencia machista parecen enquistadas. «El no es no está muy bien, pero sigue poniendo la responsabilidad en las mujeres, somos nosotras las que tenemos que decir no, cuando la violencia es un problema de los hombres cis heterosexuales. En lugar de culpar a las mujeres por ser violadas o dar consejos para evitarlo, este fanzine explica el concepto de consentimiento», prosigue.

El titular (y el dibujo) de portada no puede ser más sugerente. Una pareja se besa apasionadamente con un texto entrelazado: La palabra más sexy es… «Tenía claro que el título de portada tenía que ser ese, para asegurarnos de que todo el mundo tuviera la curiosidad de abrirlo», señala Machlus. «¡Sí! Hell yeah!», se descubre tras girar la primera página, antes de exponer un revelador ejemplo: «Imagina que estás escuchando a PSY con alguien y le comentas a ese alguien que te gusta el Gangnam Style. En mitad de la noche, esa persona entra pegando saltos en tu habitación con Gangnam Style a todo volumen. Cuando le preguntas qué demonios está haciendo, responde algo parecido a ‘pero antes has dicho que la canción te gustaba, por lo que supuse que te gustaría escucharla en todo momento’». «Ahora sustituye Gangman Style por sexo». Las ilustraciones de Petra Eriksson que acompañan a los textos de Machlus muestran a personas no encasilladas. «Cuerpos neutrales, mucho pelo», resume Machlus, quien subraya también que la publicación busca abrir camino. «Ahora que tantas verdades desagradables han salido a la luz a través de iniciativas como el #Metoo -reflexiona- me planteaba ¿y ahora qué?».

Y se respondió con este fanzín, que se puede descargar de forma gratuita en su web, con ese empeño de que su mensaje se extienda. Para hacerlo realidad creó Ricarda Editorial.

«Lo de Ricarda es por mi abuelo. Se llamaba Ricardo. Él fue quien me inculcó el placer por la lectura. Se pasaba el día leyendo y haciéndome recomendaciones. Tienes que leer esto, y esto otro… pero mi proyecto era una editorial feminista, así que ponerle un nombre de hombre se hacía raro... De ahí Ricarda», concluye.

La abogada especializada en prevención de violencias machistas Carla Vall coincide plenamente en esa necesidad de ir más allá del no es no y plantea un paso más a la cultura del consentimiento con un estadio superior, la cultura del deseo: «No nos podemos quedar solo en el consentimiento. En una relación sexual ha de haber un sí continuo; todo el rato» (necesidad, la de insistir en el ¿estás a gusto?, en la que también pone énfasis el fanzine de Ricarda).

«La campaña del no es no estuvo muy bien en su momento porque no se nos ha educado en que podíamos decir que no, pero el sexo no puede basarse únicamente en la aceptación. En una relación sexual ha de haber una voluntad activa en todo momento. Los chicos no pueden creer que el sexo va de ir probando, ensayo error, hasta que la chica diga no. Tenemos que cambiar el no es no por un solo sí es sí, y machacar con que ese sí tiene que ser reiterado. Consentir es dejar que te hagan. La chicas tienen que poder decidir qué quieren, qué les gusta, con qué fantasean. Aquí entra también la necesidad de la deconstrucción del amor romántico», reflexiona la especialista en violencias machistas.

El papel de la educación

Vall tiene claro que, para que se produzca ese cambio, es imprescindible el papel de la educación: «los chicos hablan abiertamente de masturbación entre ellos, en el vestuario; las chicas lo siguen viviendo como una vergüenza». Educación, educación y más educación es también la receta que plantea Dolo Pulido, activista feminista.

Bien, para ser fieles a la textualidad de sus palabras, ella habla de «coeducación, coeducación y coeducacción». «Cambiar el sistema educativo, introducir la perspectiva de género, es básico en la prevención de las violencias machistas», indica. la activista.