«La Amazonía, además de ser una reserva de la biodiversidad, es también una reserva cultural que debe preservarse ante los nuevos colonialismos», aseguró el papa Francisco en su segundo día de visita a Perú. Desde Puerto Maldonado, unos 1.500 kilómetros al oeste de Lima, pidió estar atentos a los peligros que vienen «disfrazados de progreso». El Pontífice se reunió con representantes de pueblos amazónicos como los harakbut, esse-ejas, matsiguenkas, yines, shipibos y asháninkas, entre otros, así como miembros de las comunidades ancestrales andinas, y los llamó a «reafirmar una opción sincera por la defensa de la vida, de la tierra y las culturas». El argentino Jorge Bergoglio consideró que «probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora» por el «neoextractivismo» de recursos como el petróleo, el gas, la madera y el oro. Puerto Maldonado es el último punto urbano de Perú antes de adentrarse en la espesa selva. La minería ilegal genera 1.000 millones de dólares anuales. El uso del mercurio contamina los ríos y mata a los peces. La magnitud de la deforestación de la Amazonía peruana llegó a cifras récord. Para Francisco, los pueblos originarios son un recordatorio de que «no somos los poseedores absolutos de la creación».