Los esposos Wang Mingqing y Liu Dengying han llegado al final de una larga búsqueda, una que ha consumido 24 años de sus vidas, y todo un país lo ha celebrado con ellos. Su hija Qifeng tenía 3 años cuando desapareció, un día de 1994: la pareja regentaba una frutería en Chengdu y al acabar la jornada se dieron cuenta de que la niña no andaba por ahí. Simplemente eso. Desaparecida. Desesperaron como cualquier pareja en esa situación, y emprendieron una larga y paciente búsqueda que ha acabó ayer, cuando la familia volvió a reunirse bajo los focos de las cámaras y las miradas de toda China.

Los padres pasaron años buscando a su hija en la ciudad y los alrededores. Pusieron anuncios en la prensa e hicieron llamamientos por internet. Por si acaso, jamás se movieron de Chengdu. Ya habían pasado 21 años de la desaparición cuando el padre tuvo la idea: usar un taxi como medio de difusión.

El frutero, en efecto, se hizo taxista. Hay quienes se hacen taxistas por necesidad: Wang lo hizo por estrategia. En la luna trasera del vehículo puso un cartel pidiendo información sobre su hija, y a cada pasajero que subía le daba una octavilla con información sobre Qifeng. Como no tenía fotos de ella, usó una de su hermana, su otra hija. Entonces, su búsqueda adquirió cierta relevancia mediática, y Wang fue entrevistado en una televisión china. Allí dijo: «Un día, mi hija puede ser la persona que pare este taxi».

Pero ocurrió que un dibujante de la policía elaboró por su cuenta un retrato de Qifeng con el aspecto que tendría hoy en día. El retrato fue divulgado por internet y un día, a miles de kilómetros de Chengdu, una mujer llamada Kang Ying lo vio y encontró que se parecía mucho a ella. Se puso en contacto con Wang. La mujer se sometió a una prueba de ADN que dio positivo. El encuentro tuvo lugar ayer en el aeropuerto de Chengdu. «Papá te quiere. Papá está aquí. No tienes que preocuparte por nada», le dijo.