Si el hombre procede del mono, la circunstancia no constituye un problema para el catolicismo. En su habitual lenguaje ligero y directo, Francisco se ha convertido en el primer Papa que afirma de propia voz que la teoría sobre la evolución de las especies formulada por el inglés Charles Darwin ñno contradice la noción de creaciónO. De esta forma se pone fin a 155 años de disputas, dudas, condenas y malabarismos para armonizar el origen del mundo según los científicos con el relato bíblico sobre la creación, aquel que en los países católicos se enseñaba desde la niñez que afirma que Dios creó el mundo en siete días y moldeó al final a Adán con el barro.

Durante muchos años, párrocos, obispos, papas y el mismo Santo Oficio sostuvieron que si la Biblia era la palabra de Dios, y en ella se afirma que fue este quien con sus manos creó al hombre, no se podía apoyar que el hombre fuese el resultado de una evolución de organismos vivos elementales. Por ello, no sorprende que Darwin fuese pintado por los caricaturistas católicos como un mono que intentaba ponerse de pie.

ñEl big bang que se coloca en el origen del mundo no contradice la intervención creadora divina, sino que la exigeO, dijo Jorge Bergoglio el pasado lunes en un discurso ante la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano. ñDios no es un demiurgo o un mago que con su varita mágica está en condiciones de hacerlo todoO, añadió, subrayando que ñla evolución de la naturaleza (Darwin) no contradice la noción (católica) de la creaciónO.

UN PRINCIPIO SUPREMO La conciliación entre lo que han sido llamado el evolucionismo (Darwin) y el creacionismo (catolicismo) no figura todavía en un documento oficial, pero el Papa, de momento, la explica así: ñDios creó a los seres y dejó que se desarrollaran de acuerdo con la leyes internas que dio a cada unoO. Añade que ñel comienzo del mundo no es obra del caos (...), sino que deriva de un principio supremo que crea por amorO. En resumen, Dios creó el mundo y si lo hizo a través de la evolución carece en realidad de importancia.

Las palabras de Francisco constituyen el punto de llegada de una lenta y atormentada aproximación de los católicos, no solo a Darwin, sino a todos los descubrimientos sobre el universo que desde entonces se han ido haciendo. Unos descubrimientos con los que resultaba cada vez más peliagudo atribuir a la Biblia un significado científico. De hecho, el Santo Oficio, guardián de la ortodoxia católica, no se pronunció nunca contra las teorías evolucionistas y cuando en 1998 se desclasificaron sus archivos sobre la cuestión se entendieron mejor las razones del silencio.

LENTA APROXIMACIÓN La lenta aproximación católica a las teoría evolucionistas parte principalmente de la encíclica sobre el género humano (1950), en la que Pío XII aceptaba que el hombre pueda proceder de ñmateria orgánica preexistenteO, aunque excluye aún que se trate de un ñbrutoO. A principios del siglo XX, filósofos, teólogos y la misma Pontificia Comisión Bíblica dijeron abiertamente que los re-

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