No se cansa el papa Francisco de hacer llamamientos para que la Iglesia católica actúe, de una vez, con contundencia contra la pederastia. Lleva el Pontífice tres años en el cargo y, desde el principio, cada vez que tiene ocasión, Bergoglio apela a los suyos a terminar con los abusos contra menores. Ayer, en una intervención pública ante cientos de personas en el Vaticano, volvió a referirse a ello y pidió que las autoridades judiciales no dejen pasar ni un caso.

"No debemos tolerar los abusos contra menores, tenemos que defender a los niños y hay que castigar severamente a los abusadores", subrayó Francisco en su alocución, desde un balcón de la basílica de San Pedro. El Papa argentino, que ha dado de este modo su apoyo a la organización Meter, dedicada a luchar contra la pederastia en todas sus dimensiones, reclamó la "firmeza más absoluta contra la pedofilia".

Con todo, en esta ocasión, Francisco no hizo referencia directa a la pederastia clerical, sino al caso de una niña de seis años, Fortuna, que fue arrojada desde un octavo piso después de haber sufrido abusos sexuales por parte de un hombre, que ha sido detenido estos días. El caso, ocurrido en Nápoles en junio del 2014, ha conmocionado a Italia.

Pese a los insistentes llamamientos y declaraciones del Papa, las asociaciones de víctimas consideran que no se está haciendo suficiente. La conspiración de silencio todavía se tolera al más alto nivel eclesial, aseguran. De hecho, la comisión creada por Francisco contra la pederastia clerical lleva meses sin apenas dar señales de vida. De entre las primeras conclusiones de ese organismo, presidido por el cardenal de Boston (EEUU), Sean Patrick O'Malley, se informó de que los obispos que no tomen medidas "rápidas" ante una denuncia de posibles abusos sexuales cometidos por eclesiásticos pagarán los efectos de su retraso. "Debe de haber consecuencias y procedimientos que permitan gestionar estos casos de una manera veloz", afirmó O'Malley en febrero del 2015.

GUÍAS DE CONDUCTA Entre otros problemas, la comisión se encontró con que varias conferencias episcopales --en las que se subdivide la estructura eclesial, normalmente una por país-- no le habían presentado las "guías nacionales de conducta", que en su tiempo solicitó Benedicto XVI.

A eso se añadía el hecho de que algunos de los documentos que sí se habían presentado resultaban insuficientes, porque incluían "normas débiles". El Vaticano no puede presentar una guía universal de conducta ante abusos contra menores a manos de clérigos --como no podría hacerlo la ONU--, ya que no todas las leyes nacionales sobre los abusos sexuales son iguales.