Las vacaciones de Deborah Briton y Paul Roberts comenzaron en un 'todo incluido' de Mallorca, pero pueden acabar con el mismo régimen de servicios, en alguna cárcel de Inglaterra. Briton, de 53 años, y Roberts, de 43, serán juzgados por fraude en su ciudad de origen, Liverpool , al haber fingido una intoxicación alimentaria en un hotel mallorquín.

La pareja presentó varias reclamaciones en su nombre y el de sus dos hijos, alegando problemas estomacales por supuesta comida en mal estado durante la estancia en la isla. Otra hija de Deborah, Charlene Briton, de 30 años, también está acusada de otra falsa reclamación por similares problemas gástricos sufridos por ella y su hija, durante unas vacaciones el pasado año también en Mallorca.

En total los acusados reclamaban a la agencia de viajes Thomas Cook la sustancial cifra de 52.000 libras (58.354 euros) a modo de compensación. Es la primera vez que una de estas ya tristemente famosas estafas turísticas al sector hostelero español, llega a un tribunal penal y puede sentar precedente. De ser hallados culpables, por un total de seis delitos de fraude, el trio puede ser condenado a penas de cárcel que oscilan entre los 18 meses y los seis años de cárcel. Los tres acusados se hallan en libertad bajo fianza a la espera de juicio el próximo 10 de agosto.

Incremento de las denuncias

“Ha habido un enorme incremento en las reclamaciones por enfermedad durante las vacaciones, no solo de los hoteles en España”, confirma a EL PERIÓDICO la abogada Sarah Prager, presidenta de la Asociación de Abogados de Viaje y Turismo en Inglaterra. “Si hay más casos en España es porque se trata del destino favorito de los turistas ingleses, pero en otros destinos populares también hemos visto un incremento masivo de reclamaciones”. Prager reconoce que “es casi imposible saber si el demandante está diciendo la verdad” y es “realmente muy fácil realizar este tipo de reclamación”. Lo que hace sospechar que muchas de las denuncias son fraudulentas es el que, según los informes de los turoperadores y los hoteles, son exclusivamente los huéspedes ingleses los que tienen problemas de envenenamiento alimentario.

Antecedente

Este mismo mes otra pareja británica, Julie Lavelle y Michael McIntyre, fueron condenados a indemnizar a Thomas Cook con el equivalente a 4.188 euros después de que el juez considerara falsa su reclamación de 11.186 euros por la imaginaria intoxicación que habían sufrido ellos y sus dos hijos a cusa de la comida y los problemas de higiene de un hotel en Gran Canaria en el 2013. Tres años más tarde de aquella estancia presentaron la reclamación. En el cuestionario que rellenaron al dejar el establecimiento aseguraron que les había gustado mucho la comida. De acuerdo con la prensa británica, algunos turoperadores han visto incrementarse en un 400% las reclamaciones de este tipo el pasado año. En junio, el organismo regulador de la industria de viajes y turismo ABTA, reveló que las indemnizaciones por supuesta enfermedad estaba costando a la industria hotelera española más de 50 millones de libras (56 millones de euros), al año.

Una tarifa fija

Las estafas vacacionales se han convertido en una epidemia. “Existe una propuesta para cambiar los costes de las reclamaciones de manera que sean menos atractivas”, señala Prager. “Eso a corto plazo. A largo plazo es muy posible que se impongan tarifas fijas por intoxicación con la comida y esas compensaciones serán posiblemente mucho menores de las que se asignan actualmente en los tribunales”.

La abogada subraya sin embargo que a su despacho de 1 Chancery Lane y a los de otros colegas, llegan “reclamaciones genuinas de personas envenenadas a causa de la comida, con problemas en el riñón, artritis reactiva y otras dolencias a largo plazo”. En su opinión el procesamiento de potenciales estafadores puede servir de ejemplo para atajar lo que es en su opinión “es un fenómeno transitorio, que puede haber concluido el año próximo más o menos”.